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Voto de Chris Jiménez:
9
Comedia. Drama Cuando Andy Kaufman era un niño ya le gustaba organizar espectáculos de variedades, aunque no tuviera público. De adulto empieza a destacar como humorista y es descubierto por el cazatalentos George Shapiro, que le consigue un papel en "Taxi", una famosa serie de televisión, en la que, gracias a sus dotes cómicas, alcanza una gran popularidad. A pesar de ello, se plantea nuevos retos: con su colega Bob Zmuda crea el personaje de Tony ... [+]
26 de abril de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta siempre fue una de esas películas de Carrey a las que no me acerqué, probablemente porque la interpretaba con su lado dramático y a mí lo que me gustaba era cuando hacía el gamberro de verdad, como en “Mentiroso Compulsivo” o en “Yo, yo Mismo e Irene”. Sin embargo no hace mucho la vi por fin (y me la he vuelto a ver así como 5 o 6 veces), alentado porque me encantó haciendo de aquel inocentón Truman Burbank, el cual creo que es el mejor papel de su carrera.
Esta vez el genial actor se cruza con el maestro Milos Forman y juntos homenajean a ese incomprendido “showman” como pocos Andy Kaufman en “Man on the Moon”, cómico de infinita espontaneidad que murió prematuramente a los 30 y pocos, detestado por muchos, apreciado por otros, pero que sin duda no pasó así como así por el mundo del espectáculo.

Entre chiflado e impredecible, Kaufman improvisaba, se dejaba llevar, hacía lo que el público jamás pudiera pensar que haría. A veces era inaguantable, otras brillante, otras muy provocador, conseguía que la gente cantara de la manera más rara al son de un animado toque de tambores africanos, cabreaba a presentadores de televisión como él mismo o como Tony Clifton, su álter ego presentado como un patético cantante borracho de Las Vegas. Se reían con él o lo abucheaban, siempre aplaudían con sus imitaciones de Elvis y su personaje de Latka que tanta fama le dio a finales de los '70 en la (para mí muy buena) “sitcom” “Taxi”; también sacó de quicio a bastantes cuando le dio por hacer lucha libre con mujeres y la consiguiente lograda farsa en colaboración con el “wrestler” Jerry Lawler, e incluso llegó a invitar a todo un auditorio a leche y galletas. Eso sí, pocos le creían...aunque más correcto es decir que resultaba difícil de creer. Cuando murió todos se mostraron incrédulos porque todo lo que él hacía parecía ser de broma o estar amañado.

Así, Forman y Carrey sacan lo mejor y lo peor del personaje en esta sensacional recreación del mundo del espectáculo hollywoodiense de los '70, un film que puede que resulte irregular (como cualquier “biopic”) al tratar de combinar tanta dosis de comedia y drama, que de hecho fue un fracaso de taquilla en su momento, pero visto con perspectiva no deja de ser un retrato sincero, tierno y emocionante, rescatando los grandes momentos que protagonizó Kaufman (aunque saltándose otros muchos, ya que ni se menciona su desconcertante aparición como extranjero en el programa “The Dating Game” o que fue actor en dos películas. De todas formas Carrey lo dice al principio: “muchos momentos de mi vida están cambiados y mezclados con fines dramáticos”) y que vivió junto a su representante Shapiro, su colega Zmuda y su novia Lynne. Y aunque sinceramente no veo a Carrey como Kaufman (James Belushi o el mismo Paul Giamatti, que aquí aparece como Zmuda, habrían quedado perfectos al menos físicamente hablando...si hubiesen sido más jóvenes, claro) desde luego sí que logra una más que maravillosa interpretación y se reafirma como actor dramático, llevándose merecidamente el Globo de Oro, como también lo logran DeVito, Courtney Love, Giamatti y Lawler como él mismo.

Contando además su gran despliegue de medios, el buen hacer tras la cámara de Forman y la emotiva banda sonora a cargo de R.E.M. (yo era de los que escuchaba su tema “Man on the Moon” sin tener ni puñetera idea de que era un tributo a Kaufman) se puede decir acertadamente que la película es una joya del drama autobiográfico, desde ese original prólogo en blanco y negro hasta ese dramático funeral con el “This Friendly World” de fondo.
Una obra original, fresca, a ratos delirante y en ocasiones lacrimógena. Es como era el propio Andy Kaufman: sorprendente.
Chris Jiménez
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