Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Chris Jiménez:
9
Ciencia ficción. Acción Año 1997. El avión del presidente de los Estados Unidos es secuestrado por un grupo radical, pero consigue sobrevivir y se encuentra solo en las calles de Nueva York, donde Manhattan se ha convertido en una enorme prisión de alta seguridad. Ante la imposibilidad de lanzar una acción convencional, por miedo a que maten al presidente, se decide enviar a un agente secreto para rescatarlo. El elegido es "Serpiente" Plissken (Kurt Russell), ... [+]
6 de julio de 2017
Sé el primero en valorar esta crítica
Manhattan ya no es lo que era. Recuerdos de una lejana preadolescencia: con "1.997: Rescate en New York" conocí realmente al maestro John Carpenter, y me enamoré de su estilo, y poco a poco empecé a devorar todas sus obras, y ya es uno de mis cineastas predilectos...

Tras ese fascinante y entrañable cuento de terror que fue "La Niebla" y que se hizo con una recaudación en taquilla bastante satisfactoria (al cual, yo, por cierto, le tengo bastante cariño), aquél se aventuró en un proyecto más ambicioso y de mayor envergadura, y todo porque debía compensar a los señores de Avco-Embassy por haber rechazado un film previo; entonces el neoyorkino puso en marcha una historia concebida años atrás, a mitad de los '70, marcada por un fuerte cinismo hacia la política debido al escándalo Watergate que sacudió EE.UU. en aquellas fechas.
Carpenter tenía en mente una gran aventura de acción ubicada en un futuro nada halagüeño donde podía explayarse sobre sus ideales, puramente contestatarios y anarquistas, y con un protagonista como Clint Eastwood a la cabeza. Pero el tiempo había pasado y la productora le planteó nombres como Tommy Lee Jones o Charles Bronson, hasta que acabó por elegir a un joven Kurt Russell deseoso de dar el salto definitivo en una nueva etapa interpretativa (y desprenderse de sus anteriores papeles cómicos de una vez) y con el que siempre había conectado muy bien, además de haber trabajado anteriormente.

Tras un prólogo (narrado por Jamie Lee Curtis) donde se nos informa de un futuro 1.997 desolador donde la inmensa New York sirve de cárcel para los delincuentes más peligrosos (descripción no tan descabellada como se pudiera pensar...) tenemos otra introducción sabiamente eliminada del montaje por el director, y que atañe al gran robo perpetrado por el protagonista, del cual se nos habla después; no ver esta secuencia, que hasta parece filmada por otro, permite al film comenzar con un clima de misterio e intriga perfecto sobresaliendo la fuerza de las imágenes gracias a la fotografía de Dean Cundey y la dirección artística de Joe Alves.
Y sobre todo la imaginería por la que se apuesta, muy propia de Orwell: un subsuelo de orden autoritario computerizado que vigila detenidamente a una superficie en ruinas donde cunde el desorden, la anarquía. Y su incisiva burla hacia la política estadounidense empezará con lanzar el Air Force One a las calles de esa New York devorada por la oscuridad en un secuestro que termina en desastre; aquí empieza la hazaña, con ese regusto a cine de Hawks, Torneur y Walsh que tanto ama Carpenter. Pues bajo sus vistosos ropajes de ciencia-ficción post-apocalíptica al estilo "The Warriors", esta historia alberga en sus entrañas la esencia dura, grasienta y amarga de un escabroso "western" crepuscular.

Maquillando con esmero las calles de Saint Louis para hacerla parecer una Manhattan sumida en el caos y la miseria, Carpenter nos atrapa en este inmenso escenario siempre sumido en las tinieblas de la noche desarrollando con gran sentido del ritmo la aventura, sin sacrificar la presencia de un suspense cercano al terror inspirado por Cronenberg y Romero (literalmente mencionados). Y tiene a bien poner al frente de ella a alguien que, por sus maneras e inmortal "look" (larga melena, barba de dos semanas, atuendos de cazador y parche en el ojo), ya ha pasado a los anales de la mitología "pop" como uno de los anti-héroes definitivos del cine.
Russell modela a este "Snake" Plissken como un anacronismo contracultural en sí mismo: héroe de guerra y patriota caído en desgracia debido a la corrupción de su país; ahora un tipejo desaliñado y huraño, marcado por un obstinado cinismo e individualidad, un carisma arrollador y un distintivo modo siseante de hablar (sin duda heredado de Eastwood) que recuerda a los pistoleros del Oeste de tierras mediterráneas. El hombre perfecto para entrar en la ciudad y rescatar al presidente (dibujado en contraposición como un patético hipócrita a quien no daría reparo ridiculizar) de las garras de los seres que allí pululan...

Tipos perversos, sucios, traicioneros y desquiciados envueltos en situaciones absurdas, siniestras e impregnadas de violencia; el abanico de personajes "freaks" que imagina Carpenter es impagable e igual de memorable que Plissken, entre ellos ese Duque encarnado por el mítico Isaac Hayes, el siniestro Romero a quien da vida Frank Doubleday o el pretencioso e irritante Harold "Brain" con la presencia genial de Harry D. Stanton. Sí que flojea un poco la credibilidad del film al situar entre el (anti-)héroe y las amenazas a las que se enfrenta una serie de personajes "obligatorios" para apoyarle (el taxista o el mismo "Brain").
Ese ritmo tan sólido queda asegurado al tratarse de un argumento a contrarreloj, y al estar provisto de momentos tan intensos como la huida de Plissken por los callejones siendo perseguido por los salvajes del subsuelo (que tanto recuerda a "Asalto a la Comisaría del Distrito 13"...¿y acaso no es él un trasunto futurista y más pasota del "Napoleon" Wilson de aquélla?) o la inolvidable persecución del clímax (a través de ese puente minado adquirido por la suma de 1 dólar). Al lado de Russell brillan tres veteranos como Lee Van Cleef, Ernest Borgnine (reforzando aún más la esencia "western") y Donald Pleasance, además de una tremenda Adrienne Barbeau a la que jamás íbamos a ver tan sensual y arrolladora.

La esposa de Russell, Season Hubley, tiene también un papel, corto, pero no menos memorable (que nos sirve para entender el aura trágica y desafortunada del protagonista...).
Talento e imaginación por encima de presupuesto aseguraron a Carpenter un absoluto éxito; con su excitante y mordaz peripecia futurista dio el salto cualitativo que estaba esperando y, cómo no, su obra acabaría convertida en objeto de culto y gran influencia. Pertenece a una época, sí, pero pese a todo se ha mantenido magníficamente contra el paso del tiempo, al igual que su protagonista y su banda sonora.
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow