Media votos
6.4
Votos
2,215
Críticas
2,188
Listas
68
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Chris Jiménez:
8
6.6
97,373
Fantástico. Acción. Aventuras. Ciencia ficción
El multimillonario fabricante de armas Tony Stark (Robert Downey Jr.) debe enfrentarse a su turbio pasado después de sufrir un accidente con una de sus armas. Equipado con una armadura de última generación tecnológica, se convierte en "El hombre de hierro", un héroe que se dedica a combatir el mal en todo el mundo. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay héroes que, bendecidos por una genética fuera de lo común, nacen con poderes asombrosos, sin embargo otros han de lograrlos a través de un accidente o una experiencia que ponga a prueba todas sus capacidades físicas, emocionales y filosóficas.
Y el "hombre de hierro" es una de las pruebas más fehacientes de ello en el universo del cómic.
Un páramo en algún desierto perdido de territorio afgano; decenas de terroristas preparados ante una cueva de la que emergen sonidos de explosiones, gritos y golpes, y la sala, hasta reventar, pendiente de ese segundo mágico...y de repente ahí está, un gigante de acero dispuesto a arrasar a todos los que hay por delante. Todos reaccionaron sorprendidos, y yo, con 15 años de edad, puedo jurar que también; ya está, Tony Stark nos tiene en el bolsillo. De esto hace ya 13 años, un 3 de Mayo de 2.008, y recuerdo la emoción de ver aquel día en pantalla a uno de los superhéroes favoritos de mi padre.
Si bien Iron Man no me produjo el impacto que sí lograron Spider-man o la Patrulla "X", poco a poco, y gracias a que en mi casa había guardados viejos tebeos de él, le cogí un cariño especial, a pesar de representar valores y exhibir comportamientos que un niño es incapaz de entender. Y es esa manera tan particular que tuvo de concebir el sr. Stan Lee (y sus colegas Larry Lieber, Jack Kirby y Don Heck) al personaje, en 1.963, durante un momento delicado: la cúspide de una Guerra Fría que amenazaba el futuro de EE.UU. y la de una Guerra de Vietnam recrudecida tras la participación de Lyndon Johnson.
Y de por medio un Howard Hughes moderno, dedicado a fabricar armas, un capitalista orgulloso de serlo devorado por su soberbia, actitud infantil e insoportable y afición al alcohol y a las mujeres de una noche; no fue creado, desde luego, para llevarse el aplauso del fan medio de la época...y contra todo pronóstico lo consiguió. La posibilidad de llevar al ya mítico Anthony Edward Stark a la gran pantalla es algo que se estaba barajando desde comienzos de los '90, pero como todos los proyectos cinematográficos basados en cómics, éste tuvo que tomarse su tiempo.
No fue hasta mediados de ese año 2.000 en el que la popularidad de las adaptaciones de Marvel había subido como la espuma (algunas con mayor acierto que otras...) cuando por fin se cumpliría un deseo de más de una década, y además sería el primero exclusivamente producido por Marvel, que se independizó e hizo con los derechos para crear un estudio propio. El genial actor reciclado en cineasta Jon Favreau, después de demostrar su habilidad para las superproducciones con la entrañable aventura de fantasía "Zathura", quizás era el más indicado para sentarse en la silla del director, y por elección suya acabó en la piel de Stark nada menos que Robert Downey Jr..
Actualmente nadie lo diría, pero hubo una época en la que este hombre descendió a lo más bajo por culpa de sus adicciones y extravagante vida privada; gracias a obras independientes como "Kiss, Kiss! Bang, Bang!" o "Memorias de Queens" vuelve a situarse en lo más alto y corrobora sus ansias de comerse Hollywood aceptando el papel, en el cual parece encajar de maravilla. Un "flashback" en mitad de un gran caos sirve de presentación del protagonista y los secundarios que le rodean, un tipo que ni se presenta porque se lo está jugando todo en la mesa de un casino en lugar de recoger un premio.
Downey, con un desparpajo y chulería únicos, se encarna a sí mismo pero también modela los trazos de este individuo mujeriego y arrogante que nos sacará de quicio durante un buen tramo de película, cuyo estilo desenfadado, pomposo y políticamente incorrecto bien podría pertenecer a Scorsese o Tarantino; de por medio, una de las secretarias más discretamente sensuales de la Historia interpretada por Gwyneth Paltrow y un Jeff Bridges en la piel del manipulador y cruel Obadiah, que será tratado desde la distancia y sin gozar de la más mínima introspección psicológica (es malo porque es malo y no hace falta preguntarse nada más).
Pero el guión escrito a ocho manos por Hawk Ostby y Mark Fergus (responsables de la tergiversada versión de "Hijos de los Hombres") y Art Marcum y Matt Holloway deja fuera todo rastro del humor imperante y Favreau nos sumerge en las entrañas de un terrible conflicto bélico cambiando el Vietnam original por el moderno Afganistán y lleva la atmósfera a un cambio drástico.
Oscuridad, desasosiego y violencia que cruje los huesos, filmado de cerca y con gusto por el realismo; Stark deja de ser el playboy adinerado que hace juguetes de guerra para convertirse en preso maltratado de unos malnacidos que anhelan el poder para hacer la guerra.
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
Aun así, como alguien que siempre ha preferido el lado humano de la historia, he de decir que los guionistas de "Iron Man" no decepcionan en ese aspecto; ésto, unido a todos los aciertos del film en cuanto a labor técnica (mucho efecto digital para mi gusto, eso sí) e interpretativa, hizo que superase en poco tiempo los 300 millones de dólares recaudados en taquilla y encandilara tanto a fans como a críticos, al igual que la brillante actuación de Downey.
Empieza así, con una enorme primera piedra, la carrera de Marvel Studios, hoy día responsable de gastar cifras billonarias en basuras sin la menor calidad (pero eso es otra historia...). Otros dos puntazos a destacar: la banda sonora y el cameo de Stan Lee, como siempre debió de aparecer.
Y el "hombre de hierro" es una de las pruebas más fehacientes de ello en el universo del cómic.
Un páramo en algún desierto perdido de territorio afgano; decenas de terroristas preparados ante una cueva de la que emergen sonidos de explosiones, gritos y golpes, y la sala, hasta reventar, pendiente de ese segundo mágico...y de repente ahí está, un gigante de acero dispuesto a arrasar a todos los que hay por delante. Todos reaccionaron sorprendidos, y yo, con 15 años de edad, puedo jurar que también; ya está, Tony Stark nos tiene en el bolsillo. De esto hace ya 13 años, un 3 de Mayo de 2.008, y recuerdo la emoción de ver aquel día en pantalla a uno de los superhéroes favoritos de mi padre.
Si bien Iron Man no me produjo el impacto que sí lograron Spider-man o la Patrulla "X", poco a poco, y gracias a que en mi casa había guardados viejos tebeos de él, le cogí un cariño especial, a pesar de representar valores y exhibir comportamientos que un niño es incapaz de entender. Y es esa manera tan particular que tuvo de concebir el sr. Stan Lee (y sus colegas Larry Lieber, Jack Kirby y Don Heck) al personaje, en 1.963, durante un momento delicado: la cúspide de una Guerra Fría que amenazaba el futuro de EE.UU. y la de una Guerra de Vietnam recrudecida tras la participación de Lyndon Johnson.
Y de por medio un Howard Hughes moderno, dedicado a fabricar armas, un capitalista orgulloso de serlo devorado por su soberbia, actitud infantil e insoportable y afición al alcohol y a las mujeres de una noche; no fue creado, desde luego, para llevarse el aplauso del fan medio de la época...y contra todo pronóstico lo consiguió. La posibilidad de llevar al ya mítico Anthony Edward Stark a la gran pantalla es algo que se estaba barajando desde comienzos de los '90, pero como todos los proyectos cinematográficos basados en cómics, éste tuvo que tomarse su tiempo.
No fue hasta mediados de ese año 2.000 en el que la popularidad de las adaptaciones de Marvel había subido como la espuma (algunas con mayor acierto que otras...) cuando por fin se cumpliría un deseo de más de una década, y además sería el primero exclusivamente producido por Marvel, que se independizó e hizo con los derechos para crear un estudio propio. El genial actor reciclado en cineasta Jon Favreau, después de demostrar su habilidad para las superproducciones con la entrañable aventura de fantasía "Zathura", quizás era el más indicado para sentarse en la silla del director, y por elección suya acabó en la piel de Stark nada menos que Robert Downey Jr..
Actualmente nadie lo diría, pero hubo una época en la que este hombre descendió a lo más bajo por culpa de sus adicciones y extravagante vida privada; gracias a obras independientes como "Kiss, Kiss! Bang, Bang!" o "Memorias de Queens" vuelve a situarse en lo más alto y corrobora sus ansias de comerse Hollywood aceptando el papel, en el cual parece encajar de maravilla. Un "flashback" en mitad de un gran caos sirve de presentación del protagonista y los secundarios que le rodean, un tipo que ni se presenta porque se lo está jugando todo en la mesa de un casino en lugar de recoger un premio.
Downey, con un desparpajo y chulería únicos, se encarna a sí mismo pero también modela los trazos de este individuo mujeriego y arrogante que nos sacará de quicio durante un buen tramo de película, cuyo estilo desenfadado, pomposo y políticamente incorrecto bien podría pertenecer a Scorsese o Tarantino; de por medio, una de las secretarias más discretamente sensuales de la Historia interpretada por Gwyneth Paltrow y un Jeff Bridges en la piel del manipulador y cruel Obadiah, que será tratado desde la distancia y sin gozar de la más mínima introspección psicológica (es malo porque es malo y no hace falta preguntarse nada más).
Pero el guión escrito a ocho manos por Hawk Ostby y Mark Fergus (responsables de la tergiversada versión de "Hijos de los Hombres") y Art Marcum y Matt Holloway deja fuera todo rastro del humor imperante y Favreau nos sumerge en las entrañas de un terrible conflicto bélico cambiando el Vietnam original por el moderno Afganistán y lleva la atmósfera a un cambio drástico.
Oscuridad, desasosiego y violencia que cruje los huesos, filmado de cerca y con gusto por el realismo; Stark deja de ser el playboy adinerado que hace juguetes de guerra para convertirse en preso maltratado de unos malnacidos que anhelan el poder para hacer la guerra.
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
Aun así, como alguien que siempre ha preferido el lado humano de la historia, he de decir que los guionistas de "Iron Man" no decepcionan en ese aspecto; ésto, unido a todos los aciertos del film en cuanto a labor técnica (mucho efecto digital para mi gusto, eso sí) e interpretativa, hizo que superase en poco tiempo los 300 millones de dólares recaudados en taquilla y encandilara tanto a fans como a críticos, al igual que la brillante actuación de Downey.
Empieza así, con una enorme primera piedra, la carrera de Marvel Studios, hoy día responsable de gastar cifras billonarias en basuras sin la menor calidad (pero eso es otra historia...). Otros dos puntazos a destacar: la banda sonora y el cameo de Stan Lee, como siempre debió de aparecer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Este discurso respeta los ideales que en su día mantuvo Lee para con la destrucción a la cual se someten aquellos que la crean, y se arriesga con ello a que el film sea tachado de excesivamente reaccionario (en su perspectiva más americana) y de pecar por sus escarceos con una conciencia política quizás errónea (las armas son seguras si son manejadas por las manos adecuadas...).
Centrado en las emociones, el director nos estruja con no pocas concesiones a una brutalidad descarnada, haciendo de Downey y Shaun Toub un sensacional tándem para sobrellevar el drama y la tensión, en ascenso hasta que el primero aparezca ante nosotros (y los mismos terroristas) como ese mastodonte metálico para cobrarse su venganza.
Y si en cuestión de arrastrarnos a atmósferas trágicas, construir personajes creíbles y manejar con soltura los tics cómicos demuestra pleno talento, Favreau se las pinta solo para hacer vibrar nuestros sentidos a base de un espectáculo frenético y ruidoso, ganando importancia (como es lógico de estos films) el uso incontrolado de efectos digitales (aquí también se cumple la norma: cuantos más haya mejor, más distraído estará el público). Por suerte el director es listo y no se limita a atraparnos en secuencias de acción gratuitas, sino a contarnos la historia de un hombre que cambia radicalmente su visión del mundo y la existencia tras haber vivido un terrible trauma.
El planteamiento es manido y maniqueísta, si bien Downey sabe inyectar esa dosis de mordacidad que su oscuro personaje necesitaba, y el que el guión se escribiera mientras se rodaba ayuda a que la interacción entre protagonistas sea realista y fresca, sobre todo entre aquél y Paltrow, cuya química hace saltar chispas en pantalla...pero sin consumarse (menudo acierto, señores) ese bonito aunque no correspondido romance de ambos. Lo mejor de los superhéroes es ser testigos de su evolución hasta verles asumir una responsabilidad para con la Humanidad, y en el caso de Stark, aunque en el trayecto se acumulen un puñado de momentos cómicos (cuando ha de aprender a volar en el traje), resulta admirable.
Sin perder su actitud desenfadada ni adoptar de repente una conducta dramática o taciturna (como les sucedía a los Peter Parker y Bruce Banner de las películas), el bueno de Stark aparenta considerarse el mejor ante todos, mientras en el fondo su vulnerabilidad se acrecienta, incluso en un instante clave se hace gala de cómo su torpe inocencia le estalla en la cara (la traición revelada de Stane), quedando cual niño indefenso rodeado de adultos malvados; por su parte, como ya he dicho, no se concede profundización a este último y su tenebroso pasado, y así se presenta plano cual pizarra, pero Bridges y su talento salvan al personaje, quien desde el primer momento en aparecer sabemos que se trata del villano...
Y para evitar comparaciones con "El Caballero Oscuro", Jarvis deja de ser mayordomo para transformarse en la típica I.A. (cuya voz presta Paul Bettany); el bien hilado argumento, con la relación entre Stane y el grupo terrorista (referencia histórica a la política de administración de armamento de Ronald Reagan en los '80) y la labor de espionaje de Potts como puntos fuertes de la intriga (el espíritu del cine de espías y de los clásicos "thrillers" políticos recuperado de forma muy inteligente) nos lleva al consabido clímax entre el bueno y el malo, cuyo festival de trucos visuales, cámaras mareantes y acción visceral quita la respiración...
Centrado en las emociones, el director nos estruja con no pocas concesiones a una brutalidad descarnada, haciendo de Downey y Shaun Toub un sensacional tándem para sobrellevar el drama y la tensión, en ascenso hasta que el primero aparezca ante nosotros (y los mismos terroristas) como ese mastodonte metálico para cobrarse su venganza.
Y si en cuestión de arrastrarnos a atmósferas trágicas, construir personajes creíbles y manejar con soltura los tics cómicos demuestra pleno talento, Favreau se las pinta solo para hacer vibrar nuestros sentidos a base de un espectáculo frenético y ruidoso, ganando importancia (como es lógico de estos films) el uso incontrolado de efectos digitales (aquí también se cumple la norma: cuantos más haya mejor, más distraído estará el público). Por suerte el director es listo y no se limita a atraparnos en secuencias de acción gratuitas, sino a contarnos la historia de un hombre que cambia radicalmente su visión del mundo y la existencia tras haber vivido un terrible trauma.
El planteamiento es manido y maniqueísta, si bien Downey sabe inyectar esa dosis de mordacidad que su oscuro personaje necesitaba, y el que el guión se escribiera mientras se rodaba ayuda a que la interacción entre protagonistas sea realista y fresca, sobre todo entre aquél y Paltrow, cuya química hace saltar chispas en pantalla...pero sin consumarse (menudo acierto, señores) ese bonito aunque no correspondido romance de ambos. Lo mejor de los superhéroes es ser testigos de su evolución hasta verles asumir una responsabilidad para con la Humanidad, y en el caso de Stark, aunque en el trayecto se acumulen un puñado de momentos cómicos (cuando ha de aprender a volar en el traje), resulta admirable.
Sin perder su actitud desenfadada ni adoptar de repente una conducta dramática o taciturna (como les sucedía a los Peter Parker y Bruce Banner de las películas), el bueno de Stark aparenta considerarse el mejor ante todos, mientras en el fondo su vulnerabilidad se acrecienta, incluso en un instante clave se hace gala de cómo su torpe inocencia le estalla en la cara (la traición revelada de Stane), quedando cual niño indefenso rodeado de adultos malvados; por su parte, como ya he dicho, no se concede profundización a este último y su tenebroso pasado, y así se presenta plano cual pizarra, pero Bridges y su talento salvan al personaje, quien desde el primer momento en aparecer sabemos que se trata del villano...
Y para evitar comparaciones con "El Caballero Oscuro", Jarvis deja de ser mayordomo para transformarse en la típica I.A. (cuya voz presta Paul Bettany); el bien hilado argumento, con la relación entre Stane y el grupo terrorista (referencia histórica a la política de administración de armamento de Ronald Reagan en los '80) y la labor de espionaje de Potts como puntos fuertes de la intriga (el espíritu del cine de espías y de los clásicos "thrillers" políticos recuperado de forma muy inteligente) nos lleva al consabido clímax entre el bueno y el malo, cuyo festival de trucos visuales, cámaras mareantes y acción visceral quita la respiración...