Atardecer. Ella está en el puente, solitario, ya sin escucharse ruido alguno pues sólo hay cadáveres cubriendo el lugar. Kohta, testigo mudo y consternado de los acontecimientos, ha descubierto la realidad.
La intensa luz del Sol se mezcla con el rojo de la sangre dando forma a un perturbador cuadro viviente. De repente, la chica tararea la melodía, la "Canción de las Hadas"...

Para todos los que vimos la serie, o al menos para muchos de nosotros, aquella escena tan brutal nos produciría escalofríos y se nos quedaría en el perpetuo recuerdo. Y es que era el momento clave para los personajes, tras aquel aluvión de horror y violencia extrema, por fin reencontrados, unidos en el dolor de un trauma quizá acontecido en una vida anterior. Aunque esa no es la única secuencia a destacar de "Elfen Lied" (título del poema de Goethe), uno de los más conocidos y celebrados animes que se han realizado, cuya huella se deja sentir aún hoy día tanto en series de animación como en obras cinematográficas.
Lynn Okamoto creó el manga en 2.002 influenciado por la mítica "Akira", "Chobits", "Gunslinger Girl" y, sobre todo, el trabajo de Yuzo Takada "3x3 Eyes", que contenía distintos géneros como ciencia-ficción, romance, drama, acción, horror, puntuales momentos de humor y grandes dosis de violencia gráfica, además de profundas reflexiones morales y una crítica demoledora a la sociedad y el ser humano. Este equilibrio permitió el éxito a Okamoto entre adultos y adolescentes y no pasaría mucho tiempo para que llegase una adaptación animada.

El elegido fue Mamoru Kanbe, responsable de "Ninja Gaiden" y "Princess Comet", a quien encantaba el trabajo de Okamoto. Pero éste y el estudio ARMS no tuvieron más remedio que condensar toda la trama e inventar un final nuevo, ya que el manga aún estaba escribiéndose, lo cual no fue bien recibido por sus fans, que vieron el anime como una adaptación poco fiel y de una calidad menor que el texto original, sobre todo al haber quitado personajes y momentos esenciales de la narración, dejando irremediables cabos sueltos. El anime toma, así, su propio camino.
En él, Lucy se fuga del laboratorio secreto en que era sometida a las más horribles torturas con el objetivo de ser estudiada, del mismo modo que otros especímenes de su misma raza. De aspecto humano, con cuernos en la cabeza y grandes poderes psíquicos, los diclonius son enemigos de la Humanidad, condenada a la extinción si ellos, seres superiores, consiguen reproducirse. Tras ser herida en la cabeza, Lucy acabará en las playas de Kamakura donde será atendida por Kohta y su prima Yuka; entre tanto, los científicos del laboratorio, incluyendo Kurama, encargado de la investigación, iniciarán una cacería sin tregua para recuperar a su espécimen.

Si por algo sorprende "Elfen Lied" es por el talento de Kanbe al combinar acción y extrema violencia con partes dramáticas y una comedia muy para adolescentes, aunque lo más destacado es su cariz oscuro y psicológico, que en más de una ocasión raya lo perturbador, envolviéndonos en una aventura interior la cual nos arrastra al subsuelo del inconsciente de los personajes, en especial de la protagonista, siendo el fermento de una intriga que opera en dos niveles: la apariencia y la normalidad ("Nyu"), la cara oculta y la monstruosidad (Lucy). Esta monstruosidad, rechazada por el ser humano, no es sino producto de ese mismo odio y discriminación.
Se apunta con una dureza demoledora a este tema, a cómo por el simple hecho de existir una diferencia, la sociedad (¿sólo la japonesa?) tiende a excluir, separar y humillar con la mayor crueldad. El dilema será constante: ¿quiénes son los monstruos realmente?, ¿los diclonius, marcados por el simple hecho de existir, o los llamados seres humanos? Lucy no mata porque esté en su naturaleza, mata por rabia y venganza, por la imposibilidad de ser otra ante los demás, que la rechazan; esto la ha hecho a la violencia, y la violencia es el único camino que conoce para liberar sus demonios. Tampoco Nana ("¡no puedo pelear contra alguien que sé que no lo hará!", dice a Mayu), cuya única motivación es el afecto hacia esa figura paterna que cree encontrar en Kurama.

Esto se irá repitiendo en la serie, otro de sus temas básicos: el abuso y abandono de la figura del padre, o simplemente su muerte y ausencia, representado de forma más directa y trágica en el pasado de Kohta, aunque volverá a aparecer con variantes (Kurama y Mariko, Kakuzawa y su hijo, Mayu y su padrastro). Kohta asumirá el papel de padre sustitutivo para Lucy, Mayu y Nana, que experimentarán el reverso a la ausencia o pesadilla de su vida anterior, lo que en cierto modo sirve como una explicación al tan típico recurso del "harem" del que se hace uso.
Una trama atravesada por intensidades, formas que se abren camino en el inconsciente, alucinaciones y "flashbacks" que nos ayudan a penetrar en la que psique de unos personajes carismáticos y bien desarrollados mientras la mezcla de acción, intriga y comedia garantiza un pasatiempo tan entretenido como absorbente. Por eso "Elfen Lied" funciona aun con sus incoherencias, lagunas y ese final abierto y tan diferente del manga: por las emociones que provoca (imposible no llorar en ciertos momentos), por las reflexiones que plantea, por su historia tan amena y dinámica...por ese inolvidable "opening", por el "ending" de Chieko Kawabe, que nos daba oxígeno después de tanta violencia, drama y dolor.

Lucy acabaría convertida en uno de los más influyentes personajes del anime contemporáneo (y en todo un referente para la categoría "yangire").
El sr. Okamoto se esforzó en repetir un éxito parecido con "Brynhildr in the Darkness" más tarde, logrando un trabajo digno pese a salir de la espina dorsal de la que nos ocupa, llena de innumerables semejanzas. A su versión en serie de animación le sucede lo mismo: está totalmente alejada del manga.