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Voto de Chris Jiménez:
9
Western. Aventuras Los humildes habitantes de un pueblo mexicano, que viven modestamente de la agricultura, se hallan a merced de una despiadada banda de forajidos que constantemente les exigen un pago por sus cosechas. Como ellos no saben defenderse, deciden contratar los servicios de siete pistoleros, siete implacables mercenarios cada uno con una habilidad especial en el manejo de las armas. (FILMAFFINITY)
20 de noviembre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siete hombres unidos por una cuestión de solidaridad y coraje, habilidosos pistoleros que ayudarán a los pobres campesinos de un pueblo por prácticamente nada contra un grupo de sanguinarios bandidos.
Ellos, hombres con honor en sus espíritus y justicia en sus revólveres, son los protagonistas de una de las más emblemáticas aventuras jamás vistas en el lejano y salvaje Oeste.

Un decenio se había ido y otro entraba con fuerza. Los '60 iban a significar época de cambios absolutos para el sacrosanto "western"; el canto funeral lo daría Ford en "El Hombre que Mató a Liberty Valance", Peckinpah comenzaría la demolición de los cimientos del género con "Duelo en la Alta Sierra", Hellman lo desnudaría de su parafernalia más irreal en "Forajidos Salvajes" y Leone lo llevaría al inframundo de su propia mitología en su Trilogía del Dólar. John Sturges, que también se había forjado un estilo propio en dicho género, y que dio a éste grandes títulos, capitanearía la renovadora corriente de la década con la que sería su obra maestra.
Este veterano que había terminado los '50 con "Cuando Hierve la Sangre", se encontró con un interesante proyecto poco después: Yul Brynner dio al productor Walter Mirisch la idea de realizar un "remake" en clave de "western" del clásico de Kurosawa "Los Siete Samuráis" (en la misma década, "Rasho-mon" y "Yojimbo" serían también trasladadas al Oeste en "Cuatro Confesiones" y "Por un Puñado de Dólares"). El guión sería escrito por Walter Bernstein (uno de los de la lista negra) respetando lo máximo posible el original de Shinobu Hashimoto, Hideo Oguni y Kurosawa, aunque sufriría bastantes cambios por parte de William Roberts y Walter Newman.

En esta ocasión, Sturges cambia a los antiguos guerreros convertidos en ronin que se ponían a las órdenes de personas de un rango inferior en una batalla por la justicia situada en pleno siglo XVI (era Sengoku), por cowboys con ganas de volver a experimentar el fragor del combate en un poblado mejicano de la frontera. La trama, de lo más sencilla, vuelve a dos de las premisas más antiguas del "western": un forastero (o más de uno) llega a un pueblo para proteger a sus habitantes y con las mismas largarse (lo que remite a las "Raíces Profundas" de George Stevens) y la idea de la unión para defender a los débiles e impartir justicia; en el caso de Ford, la caballería, en el de Sturges, pistoleros deambulantes de futuro incierto.
Comparar las dos versiones sería inútil, sobre todo porque cada director tiene su estilo y una visión muy específica de enfocar la obra. El melancólico discurso de Kurosawa (en los dos bandos combaten antiguos samuráis, unos que respetan el código de honor y otros que lo han traicionado), sus detallados personajes, su poética y su espectacular uso de los elementos, así como la desglorificación que hace de la figura histórica del guerrero japonés, no es muy respetada por John Sturges, quien decide centrarse en la aventura y el entretenimiento, marcas de la casa de sus "westerns", adornándolo con dosis de comedia e intriga y recreándose en el desasosiego de la espera como nunca antes, aunque sí mantiene el pesimismo del final ("sólo los granjeros han ganado, nosotros no...como siempre").

En "Los Siete Magníficos" el director se muestra crítico; a través de su gesta de cowboys da su visión de la América de ese momento, como ya hiciera en "Conspiración de Silencio" o más adelante en "Joe Kidd", apuntando a temas sociales ("qué indecorosas las modas femeninas", "la devoción religiosa es cosa del pasado") o raciales (como vemos en la escena en la que se niegan a enterrar al indio), incluido ese mensaje tan esperanzador que a gritos proclama la valentía y honor de la nación americana, capaz de salvar a cualquiera. Para rematar, Sturges maneja un guión mordaz plagado de diálogos incisivos, lo que desemboca en un humor negro inusual comparado con sus trabajos anteriores, bien compensado con la violencia y el espectáculo ofrecidos.
Pero si algo se recuerda en "Los Siete Magníficos" son, cómo no, sus protagonistas. Kurosawa desmitificaba al samurái, Sturges aboga por la complejidad de la psicología de los pistoleros, hombres duros y hechos a la violencia pero seres humanos al fin y al cabo, con sueños, con miedos, con pesadillas, con ilusiones; héroes y antihéroes al mismo tiempo, crepuscular. Audaz como el que más, Yul Brynner, el perfecto reemplazo del Kambei de Takashi Shimura, y ese carismático Steve McQueen que se marca unas frases impagables, capitanean al reparto (las rivalidades entre los dos actores durante el rodaje fueron de órdago, intrínseco en McQueen).

Los siguen un James Coburn de rostro impertérrito y más chulo que un ocho, un Charles Bronson más sentimental que de costumbre en uno de sus mejores papeles y unos muy decentes Robert Vaughn y Vladimir Sokoloff, sin olvidarnos del siempre repulsivo Eli Wallach, que no hay quien le gane como villano. Punto y aparte es el papel de Horst Buchholz, que combina de una manera casi paródica y un tanto mediocre al del joven y bello Katsushiro y al del rudo y bufón Kikuchiyo, que hiciera Toshiro Mifune (dos papeles opuestos, curiosamente), dejando al personaje mal desarrollado.
Grandes secuencias de acción y la memorable música de Elmer Bernstein redondean uno de esos "westerns" de referencia vital para títulos futuros y que han hecho historia, más por su carácter icónico que por su verdadera calidad, aunque desde luego no le sobraba. Sturges se ganó el favor de Kurosawa y el éxito provocó la aparición de varias secuelas, ninguna al nivel de la original.

Hubo muchas otras grandes películas del Oeste en 1.960, pero "Los Siete Magníficos" merecen estar los primeros de aquel año.
En 2.016 se realizó un "remake" de la de Sturges, muy acorde con las políticamente correctas modas de hoy día. Para mí, Antoine Fuqua y su pandilla multirracial se pueden ir al Infierno.
Chris Jiménez
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