Era una secuela, pero no una secuela cualquiera, era la secuela de un film que sólo se titulaba STAR WARS, y había revolucionado mil y un mundos dentro y fuera del celuloide. Lucas ya no dirigía pero se reservó el papel de productor, y los eféctos visuales se optimizaron aún más si cabe.

La secuela nos muestra como heridos en su orgullo por perder su Estrella de la Muerte, el Imperio va a por los rebeldes con toda su artillería, llegando hasta Hoth (su batalla, de lo mejorcito en eféctos visuales que puede verse, siendo mil veces imitada pero nunca superada...).

Mientras, Luke viaja al planeta Dagobah para conocer al maestro de maestros Jedi, un viejo verde (no, no es un chiste ni es Hulk con canas...) llamado Yoda que lo prepara más o menos bien.

No obstante, el Imperio sigue adelante, sin freno ni temor al fracaso, comandado por un Vader que cuando tiene que luchar contra la mediocridad entre sus filas... pues no duda en usar la Fuerza.

Buenos duelos a espada laser, buenos secundarios, aunque chirríe un poco Lando, pero tenemos escenas emotivas (esa congelación en carbonita, por no hablar de cierto climax final...) y dialogos memorables. Y Frank Oz, un Óscar merecía por dar vida a ese Yoda.

Desde entónces, me siento un poco sinvergüenza. aunque algo helado por la carbonita.