Más de 20 años después, confinado en mi vivienda como el resto de españoles ante la crisis del coronavirus, retomo esta película que en su día me pareció magnífica.

El resultado, asombroso, dado que el tiempo todo lo arrasa y desvirtúa, es que me gusta tanto o más que cuando la vi siendo poco más que un adolescente. Un Allen episódico, dirigiendo un reparto inigualable, con especial mención de toda la parte femenina, como casi siempre, magnífico director de actrices, maravilloso guionista, actor más que notable. Mia, Barbara y Dianne, las tres hermanas del título, están magníficas, con especial mención para las dos últimas. Michael Caine, asombroso. Y los papeles más secundarios pero importantes que bordan Max von Sydow, Carrie Fisher o una entrañable Maureen O'Sullivan...

Añadamos que toda la trama parece basarse en hechos futuros de su vida: esa Farrow responsable, amorosa, que adopta niños de diferentes procedencia; ese entorno familiar, endogámico y poco convencional; ese NY magníficamente fotografiado, que pasa por las cuatro estaciones del año y que Allen nos muestra desde el amor más sincero.

Todo fluye, la historia se divide en varias para desembocar, de nuevo, tras tres días de Acción de Gracias, en una sola. Dios, la muerte, el miedo a ésta, las relaciones de amor de pareja, la búsqueda de ésta, la dependencia familiar. Todo, absolutamente, bien ligado, bien presentado, un regalo para los sentidos.

Sólo espero volver a verla dentro de 20 años, Dios lo quiera.