Cinematografías tan fuertes y compactas, tan potentes como la francesa también tienen sus pequeños descalabros. Sin llegar a calificar esta película de Fontaine como un desastre, sí que hay que ponerla adjetivos como pretenciosa, evidente, larga y, el peor de todos, aburrida.

Una película que tiene el honor de contar con la grandísima Huppert no puede desperdiciar tanto talento y aquí lo hace. Bien es cierto que el resto del reparto es bastante anodino, con actores fuera de sitio y una protagonista muy bella pero sin tablas para sostener un papel como es el de esta Blancanieves moderna y desinhibida sexualmente.

Tomar el cuento de los hermanos Grimm y actualizarlo ya se ha hecho más veces en cine. Hay una versión reciente española con Macarena García y Maribel Verdú, en blanco y negro y muda, mucho más atrevida, atractiva y eficaz que esta. Todo hay que decirlo, en España a veces se hacen las cosas muy bien.

Una película en la que la sensualidad y promiscuidad de Blancanieves es la seña de identidad que separa e innova la historia original de la que nos cuentan aquí no puede permitirse que las escenas de sexo sean tan pacatas e insípidas como las que filma Anne Fontaine. Esteticismo sin pasión, fotografía y poco más.

Sin duda, lo mejor los paisajes, ni siquiera puedo salvar a Isabelle Huppert en un papel tan arquetípico como insulso.