Sin duda, cuando Eastwood se pone detrás de la cámara, siempre da algo. Es como ir a ver jugar a Cristiano, a Messi: pueden no redondear un gran partido, pero dejan detalles y casi siempre un gran sabor de boca. Aquí, lejos de la emoción que me causó Eastwood en la inolvidable SIN PERDÓN, en la magnífica GRAN TORINO o en la cada día más reivindicada LOS PUENTES DEL CONDADO DE MADISON, se acerca al Eastwood de LA CHICA DEL MILLÓN DE DÓLARES o MYSTIC RIVER. Y es que la habilidad del director es clave aquí para contarnos la historia que todo conocemos, por la cercanía y repercusión de los hechos, y dotarla de un suspense y unas dudas razonables que compartimos con el atribulado protagonista, un sólido, como siempre, Tom Hanks. El oficio y el saber hacer del veteranos director nos lleva de una historia real y conocida a una aventura épica en la que el espectador acaba emocionándose, incluso con ese toque de patriotismo que gusta tanto a los yankis. Sin duda, estamos ante un director que pasará a la historia, si es que no está ya en ella, como uno de los grandes.