Una película con buena factura, una más que potable Amy Adams, un desaforado Christoph Waltz y una historia curiosa, que no da para mucho más que un drama correcto, con tintes de telefilm, en más de una ocasión. Pero, ¿dóinde está el sello Burton? Ni atisbo de que sea una película realizada por el gran director, mucho menos producida. Lejos, lejos, muy lejos de Sleepy Hollow, Eduardo Manostijeras y otras películas más afines con esta que nos ocupa, como podría ser Ed Wood. No es, desde luego, una película para aficionarse a Burton, no.