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España España · Las Palmas de Gran Canaria
Voto de Arsenevich:
8
Drama. Romance Bob Merrick, un joven multimillonario, egoísta y engreído, sufre un accidente mientras conduce una lancha motora. En el hospital le aplican provisionalmente el pulmón artificial del doctor Phillips, pero desgraciadamente éste sufre un ataque repentino y muere. Su viuda Helen descubre entonces que está completamente arruinada, a pesar de que los honorarios que percibía su marido eran muy elevados. La razón es que él, sin que ella lo ... [+]
8 de enero de 2019
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Obsesión» suele transmitirme, con cada visionado, una sensación similar a la que en literatura me transmite la «bildungsroman» o novela de educación sentimental, tan prolífica en el siglo XIX y ejecutada por maestros como Flaubert, Dickens o Goethe. La trama, al igual que en las novelas de esta escuela, se ve influenciada por pequeños avatares del destino o el azar (el accidente de lancha simultáneo al colapso del doctor Phillips, o la eventualidad de tráfico posterior, totalmente fortuita). Salvando las distancias entre un medio y otro y especialmente entre un material literario y otro, Sirk se esfuerza por mostrarnos la evolución del personaje principal, Bob Merrick (magnífico Rock Hudson), que pasa de ser un joven multimillonario, irresponsable, aventurero y engreído a un médico competente, cabal y abocado a una misión humanitaria sustentada en esa «magnífica obsesión» que da título al film y de la que tanto se habla a lo largo de la proyección. Esa especie de luz al final del túnel, ese objetivo difuso pero ineludible que persigue el personaje hace las veces de «leitmotiv», pero en el camino ocurren muchas más cosas.

Y Sirk, maestro total de la estética, nos las cuenta con su personalísimo estilo, desacomplejado y lleno de convicción, virtuoso y febril, vehemente y exaltado a ratos, siempre apasionado. Tal y como ya dije en mi crítica a «Sólo el cielo lo sabe», Sirk hace de la forma parte importantísima de su lenguaje, y es en la fuerza y en el colorido de esas postales abigarradas y suntuosas con las que compone esta fotonovela «in motion» en donde radica buena parte de la eclosión de sentimientos y emociones que componen el corazón, al fin y al cabo, del grueso de su filmografía.

El realizador logra una química imprevista entre Wyman y Hudson hasta el punto de que la obcecación de Merrick resulta creíble. Aquí entra en juego algo más que el sentimiento de amor hacia la viuda Phillips que no puede controlar. Pese al evidente cambio en el carácter del joven millonario, tengo la sensación de que arrastra, incluso hasta el final de la película, un egoísmo voraz. Su misión humanitaria tiene como objetivo colateral reparar todo el daño que causó y conquistar ese amor que le ciega, pero ¿en el fondo no persigue el fin de demostrarse a sí mismo todo lo que es capaz de hacer una vez que ha abierto los ojos? Sirk juega con esta posibilidad utilizando todos los medios que el cine como plataforma de expresión pone en sus manos: imagen especialmente, de un cromatismo que en ocasiones se asemeja a un sarpullido en la epidermis emocional de los personajes; también tira de la banda sonora, esencial para comprender la base expositiva de todo melodrama sirkiano. Y también, desde luego, se vale de elementos ambientales (lluvia, arena de la playa, cielos despejados o nubosos, etcétera). Por si fuera poco, introduce un personaje que hace las veces de consejero (algo que también solemos ver en las novelas de educación sentimental): Randolph, interpretado por Otto Kruger, que será quien gracias a su sabiduría reconduzca los caminos del descarriado Merrick.

Pese a tratarse de su primera experiencia plena en el campo del melodrama, Douglas Sirk demuestra un estilo ya muy consolidado, pero que lograría perfeccionar en futuras películas como «Sólo el cielo lo sabe», «Escrito sobre el viento» o «Imitación a la vida». Por lo pronto, entrega con «Obsesión» una notable muestra de su talento para la construcción de imágenes y una personalidad narrativa inigualable.
Arsenevich
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