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España España · Las Palmas de Gran Canaria
Voto de Arsenevich:
9
Romance. Comedia Jerry y Lucy Warriner están a punto de divorciarse y luchan por la custodia de su perro, Mr. Smith. Antes de que el divorcio se haga oficial, Jerry decide volver con Lucy, pero se entera de que ella va a casarse con un hombre que se ha hecho rico gracias al petróleo. Jerry contraataca anunciando su compromiso con la aristocrática Molly Lamont. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida, ingeniosa, sutil y elegante, entre otros calificativos, son los que merece esta maravillosa comedia de Leo McCarey que pone en pantalla a dos de los mejores intérpretes de la comedia clásica: el infalible Cary Grant y una acertadísima Irene Dunne, actriz muy del gusto del realizador. La atmósfera de coquetos pisos en Nueva York, suntuosos salones de fiesta e imponentes salas de tribunal encuentra un agradable relieve en el tramo final: carretera polvorienta, viaje en moto con las cabelleras al viento y rústica cabaña en las afueras, donde el círculo de amor-desamor de los protagonistas se cierra alcanzada la medianoche de su divorcio en ciernes.

La sinopsis versa cómo no, sobre la guerra de los sexos y las solapadas infidelidades y traiciones, pero McCarey encara el tema, a través del acerado guion de Viña Delmar, con una madurez propia de un cineasta experimentado y curtido. El conflicto, siempre bajo el prisma de la comedia sutil, es afrontado con profundidad, contagiando a la trama de ciertos momentos de amargura y melancolía (el brindis final de la pareja poco antes del compromiso entre Jerry y Barbara Vance es el ejemplo más claro). El guion está salpicado de comentarios mordaces y los enredos en los que basa todo el argumento resultan ágiles, amén de equilibrados y nada exagerados. El discurso glosa con enorme sutileza las diferencias de costumbres entre los urbanitas de Nueva York y el fantástico dueto que forman Daniel Leeson (Bellamy) y su madre (Dale). A destacar las fulminantes apariciones de la tía Patsy (Cunningham), entre las que sobresale la tronchante escena del ascensor.

No resulta necesario aclarar si la película arroja o no un mensaje final al espectador, pero en todo caso resulta un muestrario del juego de apariencias y simulaciones en el que caen los personajes todo el tiempo. Una vez disuelta la pareja, Lucy Warriner intentará demostrar su bienestar a su exmarido emparejándose con un vecino con el que muy poco tiene en común, para finalmente darse cuenta de que lo que en verdad intenta es despertar los celos de Jerry. En cuanto a este, una vez consumado el enésimo desengaño en la memorable escena de la trifulca en el dormitorio, encuentra refugio en Barbara, una rica heredera mediante la cual intenta olvidar a Lucy. Es entonces cuando surge la mejor versión de Irene Dunne. La secuencia en casa de la familia Vance, con una Lucy beoda y desmelenada, resulta de las más graciosas y divertidas de todo el film, y se da en ese momento clave en el que queda de manifiesto que el remplazo apresurado de pareja puede resultar la mayoría de las veces inconveniente, y que por lo general un clavo no termina de sacar definitivamente a otro clavo.

Por supuesto, el film nos regala unos cuantos momentos de Cary Grant que, como todo lo que ha hecho este hombre, resultan impagables. Sus jugueteos con el perro, su gesto transido de sorpresa ante cada puñalada verbal de su mujer, su sonrisa maliciosa cuando la empuja al risible espectáculo en la pista de baile y especialmente su aparatosa caída durante el concierto en la sala del profesor de música dan forma a un compendio de todo lo bueno que Grant nos ha regalado una y otra vez como actor de comedia.

Película ejemplar, extraordinariamente narrada y resuelta. Con los celos, la desconfianza en el matrimonio y la infidelidad como columna vertebral temática, elabora una deliciosa comedia de enredos llena de empaque, glamur y elegancia.

Muy buena.
Arsenevich
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