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España España · Las Palmas de Gran Canaria
Voto de Arsenevich:
9
Terror Melanie, una joven rica y snob de la alta sociedad de San Francisco, conoce casualmente en una pajarería al abogado Mitch Brenner. Él, que conoce por la prensa la alocada vida de Melanie, la trata con indiferencia y se va de la tienda dejándola bastante irritada. Ella, que no está acostumbrada a que la traten así, encarga unos periquitos y se presenta en la casa de la madre de Mitch, en Bodega Bay. En cuanto llega, los pájaros, ... [+]
7 de enero de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras incursionar con su maestría acostumbrada en el género de terror tres años antes con la inefable «Psicosis», el maestro Alfred Hitchcock se lanzó al rodaje de esta obra maestra de tintes grotescos pero de extraordinaria perfección formal, agudizando todavía más la cualidad perversa de su ojo enfermo. Y es que desde «Vértigo», el genial cineasta británico pareció entregado a un lustro de perversidad y degeneración que supo plasmar con una destreza inalcanzable en estos tres films, al tiempo que ofertaba un continuo goteo del clásico suspense hitchcockiano a través de su espectáculo televisivo, «Alfred Hitchcock presenta». Incluso «Con la muerte en los talones» (1959), que parece algo descolgada de esta categorización, cuenta con esa lente manchada por el aceite de lo enfermizo que caracteriza las obras de esta etapa en particular del cine del maestro.

Etapa que, en mi opinión, no toca a su fin con «Los pájaros», sino que se prolonga hasta los estratos psicofreudianos de «Marnie, la ladrona», pero eso es tema para otra reseña. La que nos ocupa ha pasado a ser, y con toda justicia, una de las obras míticas y emblemáticas de toda la carrera del cineasta, y no sólo por el impagable espectáculo visual y argumental que ofrece durante la proyección, sino por los siempre inevitables murmullos y anécdotas surgidas en torno al proceso de rodaje, y especialmente centradas en su mórbida e insana obsesión por la protagonista, una deliciosa y sufridísima Tippi Hedren.

Como casi siempre, Hitchcock nos sumerge ya desde el principio en una especie de juego fílmico. La secuencia de la tienda de mascotas marcará irremisiblemente toda la trama mediante la atracción física inmediata entre los protagonistas. El cineasta traslada el escenario de la acción a un lugar aislado y aparentemente paradisíaco (¿Onírico? ¿Quizá el producto de un sueño de Melanie Daniels?), a donde la protagonista va a pasar el fin de semana en compañía de la familia de su nuevo amigo. Allí espera uno de los monstruos más crueles e insaciables de toda la filmografía del maestro: Lydia Brenner, la escalofriante suegra interpretada por una correctísima Jessica Tandy. Me gustaría hacer especial hincapié en la figura de este personaje porque, aunque no se ha mencionado demasiado en las magníficas reseñas que he leído en esta web, creo que constituye el núcleo central del doble mensaje de la película. Porque si lo pensamos con detenimiento, ¿no es caso esa irrupción de naturaleza violenta que representa el inexplicado e inverosímil ataque de los pájaros una mera simbología, apenas un paralelismo semiótico de la cólera contenida de esa suegra celosa y monstruosamente edípica? ¿No nos la ha jugado el maestro nuevamente con un McGuffin alado y plumífero para contarnos una historia que en realidad es otra historia que subyace, soterrada y sutilmente apestosa, bajo los mimbres de una trama de terror más o menos asequible? Cada visionado de esta película me convence más de esto, al mismo tiempo que del significado del impresionante y muy reputado plano final de la película (lo explico en el «spoiler», desde luego).

Película ausente de piezas musicales en su banda sonora, como se ha dicho, es tanto lo que transmite a través de la fuerza de sus imágenes que creo que podría incluso prescindir de sus diálogos minimalistas, toda vez que el contenido vive y respira a través de una fotografía intensa, por momentos virulenta, y en cuya emulsión prevalece tal vez más que nunca la mirada retorcida y la pupila centelleante del ojo enfermo del gran Alfred Hitchcock.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Arsenevich
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