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España España · Las Palmas de Gran Canaria
Voto de Arsenevich:
9
Western. Romance. Drama Pearl Chavez (Jennifer Jones), una joven mestiza, es enviada a vivir a Texas, al rancho del estricto senador McCandless (Lionel Barrymore). La joven llama la atención de los hijos del senador: el siempre educado y cortés Jesse (Joseph Cotten) y el impetuoso e impulsivo Lewton (Gregory Peck). Pronto los dos hermanos rivalizan por el amor de la atractiva muchacha. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los motivos por los que una película puede convertirse en mítica suelen ser tan variados como pintorescos. En el caso de «Duelo al sol» es por todos conocido el motor primero que impulsa el proyecto de la película: la intención del productor, David O. Selznick, de organizar una especie de puesta de largo en honor de Jennifer Jones, su flamante pareja sentimental. Pero ¿una presentación en sociedad en honor de quién? ¿De una actriz que por entonces llevaba un pequeño puñado de películas en su haber pero que, no obstante, ya lucía un Oscar en su estantería? Lo cierto es que conociendo como conocemos a Selznick (gracias, Minnelli, por esa impagable «Cautivos del mal») lo más lógico es pensar que el megalómano productor buscó la forma de exhibir ante el mundo el poder carnal de su nueva conquista. Podríamos considerarla, entonces, como la puesta de largo de un triunfo personal del propio Selznick.

Esto no significa, claro, que el producto final carezca de valor cinematográfico o que su confección última resulte lastrada por el ego feroz del productor. Más bien todo lo contrario. El sentido de épica, de balada o canto heroico que tanto caracterizó a las películas en las que Selznick estuvo más directamente involucrado (paradigma: «Lo que el viento se llevó») alcanza un notabilísimo resultado en su versión Western gracias a la abigarrada fotografía, a unas interpretaciones sorprendentes y a una reconocida habilidad narrativa. Aunque se trate de una película en la que metió mano muchísima gente, el pulso narrativo y la gran experiencia de Vidor se dejan notar durante casi toda la proyección. Las ansias de Selznick, que al parecer estaba obsesionado con la producción, se perciben condensadas y contenidas en el desarrollo del film, pero siempre amenazando con explotar. En analogía con la trama, calenturienta y febril (tanto en el conflicto sensual/amoroso como en el litigio entre el terrateniente y los ferroviarios), la alta temperatura de la producción en sí parece empapar cada fotograma.

Western pasional, atípico y de a ratos magistral, centra su atención narrativa en las diferencias sustanciales entre los hermanos McCanles, el pasado tortuoso entre el patriarca y su mujer (maravillosa pareja formada por dos leyendas como Barrymore y Gish) y la sensualidad desbordada y frontal de una Jennifer Jones fascinante y arrebatadora. Llama la atención el rotundo cambio de registro de Gregory Peck, interpretando a un personaje repleto de canalladas viscerales, y la aparición breve aunque memorable del gran Herbert Marshall, en una encarnación casi integralmente shakesperiana (inolvidable su monólogo antes de ser conducido al patíbulo). La interpretación de Jones, tan comentada e incluso denostada, ofrece un derroche de erotismo y lubricidad bastante impropio del género, pero en todo caso muy acorde con el tono temático y visual que se maneja. Además de una exhibición de su portentoso físico y de su rostro mestizo y heterogéneo, Jones ofrece aquí una de sus actuaciones más completas, un debate interno entre el amor, el deseo y los sueños frustrados.

A destacar, entre otras cosas, la impresionante y barroca fotografía, el inolvidable mamporro a mano cambiada que le suelta Cotten a Peck (un correctivo tardío aunque necesario) y el imperecedero desenlace de tintes operísticos.

Admirable Western a mayor gloria de su ínclito productor, una de las personalidades más sobresalientes de la historia del cine.
Arsenevich
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