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España España · Las Palmas de Gran Canaria
Voto de Arsenevich:
8
Western. Aventuras En 1836, algunos texanos que luchaban por independizarse de México fueron sitiados en El Álamo, una misión cerca de San Antonio de Béjar, por las tropas mexicanas (más de 7.000 soldados) al mando del general Santa Anna. Entre los sitiados, unas doscientas personas, se encontraba el legendario David Crockett (John Wayne). (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2019
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada como una buena película del Oeste para pasar un rato entretenido entre un agradable puñado de héroes. Héroes ficticios, sí. Afincados en un entorno histórico. Para nada sujetos a la rigidez del hecho verídico, ese que muta y metamorfosea según quién lo cuente. Una historia libre, sin ataduras, producto de un libreto, del vuelo de las alas de un guionista, un novelista, un director-actor. Nada más que eso. Tenemos libros de Historia, claro que sí. Están en la estantería y los consultamos con curiosidad. Nos interesan la forja de los pueblos, los acontecimientos, los hechos. Incluso aquellos hechos que se escriben con sangre. También leemos novelas de ficción, obras de teatro, poesía. Y vemos películas, desde luego. Sin prejuicios. Sin ese diapasón enfermizo que nos pueda llevar a sojuzgar la precisión histórica de un argumento. Cine. Simplemente cine.

Esto no es un alegato en favor de John Wayne ni de las intenciones que realmente perseguía con la realización de esta notable película que muchos de los críticos de nuestra querida web llaman «panfleto». Ni siquiera pretendo constituir una defensa para los sublevados de El Álamo. Nada de eso. Lo que planteo más que nada es una defensa del Cine como medio y plataforma artística, como herramienta para comunicar una idea. Una película es una idea. Y las formas nos hablan de metodología, de sistema, de estilo. Otra vez el continente y el contenido. Un contenido que en este caso parece libremente inspirado en la trifulca que tuvo lugar en San Antonio de Béjar, con unos héroes que responden a los nombres de ciertos personajes que participaron en la batalla (al parecer, según el hecho histórico, no mucho más que una simple escaramuza a las puertas de una iglesia). ¿Puede esto ser motivo para que elevemos una muralla de prejuicios que nos cieguen ante la calidad de un film? ¿Representa una aberración hacia la forma de arte, hacia la estética en sí, el tergiversar unos hechos históricos para dar forma a un entramado narrativo que, observado sin manías ni ofuscaciones ideológicas, resulta a todas luces admirable? No para mí, desde luego. Un simple cinéfilo. Un espectador. Un fan del Western, además. Wayne con una mofeta muerta en la cabeza, templado como siempre, un metro noventa y tres de sobriedad campechana, bonhomía y honor. Y Widmark a su lado, llorando en la noche, leyendo la infausta noticia en una carta bañada por las lágrimas, en vísperas de una carnicería. No pido más…

Consideraciones aparte, y aunque en este análisis pueda pecar de cierta miopía hacia las intensiones revisionistas del director, tengo la sensación de que Wayne dignifica a todo el mundo en su discurso, elevando las razones semánticas del conflicto (no del conflicto político, sino narrativo). No encuentro la más mínima partícula de desprecio o menosprecio hacia el pueblo y el ejército mejicanos. De hecho, Bowie se deshace en elogios hacia esa tierra y esas gentes, y el propio Crockett no puede evitar un momento de éxtasis al contemplar el árbol milenario y la arrebatadora belleza de Linda Cristal, ambas beldades genuinamente mejicanas. En el epígrafe del principio se dice de Santa Anna que era un tirano y que esclavizaba a la población, pero creo que esta parte del discurso lo que busca básicamente es contextualizar, brindar un entorno de justicia a las reivindicaciones de los héroes del film.

Wayne ofrece una dirección sobria, deudora, por supuesto, del gran maestro John Ford, y acierta en la forma de guiar todos los hilos conductores de la narración hasta el clímax final. El conflicto entre los dos coroneles, la relación entre Crockett y sus hombres, el infaltable borrachín, la tarea titánica de convertir una chusma indisciplinada y picaresca en un ejército bien organizado…, todo está relatado con gran oficio y convicción.

Como decía: nada como una buena película del Oeste para pasar un rato entretenido entre un agradable puñado de héroes ficticios. Esos héroes que, gracias a la magia del cine, la mayoría de las veces no se parecen en nada a los de verdad.

Tal vez sea mejor así.
Arsenevich
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