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España España · Sevilla
Voto de Mrosa:
10
Drama Fernando Robles (Federico Luppi) es porteño, ya ha cumplido los sesenta y es profesor de literatura en la universidad. Enseña a enseñar. Lleva toda la vida casado con Liliana Rovira (Mercedes Sampietro), española, hija de catalanes, que trabaja como asistente social en barrios marginales de Buenos Aires. Se quieren, se respetan, son leales. Nunca se aburren estando juntos, les gusta estar solos. Se conocen profundamente, se aceptan, se ... [+]
1 de septiembre de 2017
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En algunas raras ocasiones se da, por parte del espectador, una diáfana admiración por el artista y por su obra. A mí me pasa muy pocas veces, ya que no le pido ninguna ética (por principio) al arte. Me importa muy poco lo que se cuenta en un libro o en una película, me interesa mucho más el cómo se cuenta.

Por lo tanto, cuando se produce la doble admiración el placer es infinito. En fin, basta de darle rodeos al idioma. Hágase la síntesis. Voy a hablar de mi admirado, eterno Adolfo Aristaráin.

Quiero ser sencillo hablando de su cine, de él. Intentaré que mis palabras no se enreden, como casi siempre, en el bosque de la retórica. Ensuciaré lo menos posible.



Fatiguemos (que diría Borges) 10 razones a bocajarro:

– Su compromiso sin énfasis ni retóricas trasnochadas.

– El amor incondicional ante sus criaturas (con sus contradicciones y egoísmos a cuestas).

– Su ataque frontal a la estupidez , a la mediocridad, a la ignorancia entendida como falta de criterio.

– Su amargura, su escepticismo (cuidado, sólo después de haberlo intentado hasta dejarse la piel, nada de poses ni críticas de salón).

– ¡Cómo se mira la gente en sus películas¡

– La inteligencia de sus diálogos (la palabra recupera su vieja elocuencia, se revela contra la cosificación del parloteo).

– La eterna lucha de sus personajes por no claudicar ante el tiempo que envilece y pudre manzanas y hombres.

– Su generosidad. Su mirada. Su decencia moral.




“Cuántas palabras para un mismo desconcierto...”

(Luppi ante su biblioteca en lugares comunes).

Amén.
Mrosa
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