Con “El gran Gastby” asistimos a una sesión de cine espectáculo , como no podía ser de otra manera siendo Baz Luhrmann su máximo responsable. Todo es grandioso en esta película, exagerado, desbordante y excesivo, incluso su metraje. Una experiencia alucinante para nuestros sentidos, visual y sonoramente poderosa. Tanto es así, que lo realmente importante, la historia, está en nada de caer en un segundo plano. Si no fuera porque esta se apoya en el texto de F. Scott Fitzgerald perecería sin duda en manos de tan lujoso envoltorio. Lo que Luhrmann no puede evitar es que se resienta, chirríe por momentos, se empequeñezca en definitiva ante tal despliegue de medios. Suerte que ahí emerge la figura de Leonardo DiCaprio, brillando con luz propia, a cuya fiesta transformada en tragedia griega asistiremos como invitados de lujo. Y embriagados ante tanta opulencia nos dejaremos llevar gustosos por ese torrente de imágenes cautivadoras a un viaje hipnótico por el amor, el odio, la traición y la amistad. Buen viaje, compañeros.

Lo mejor: su espectacular fuerza visual.

Lo peor: algunos aspectos (demasiado flojos) del guión.