"No creo en los OVNI pero sí creo en los que creen en ellos", así se justificó Steven Spielberg al presentar su tercer largometraje y hoy uno de sus trabajos más mencionados, teniendo en cuenta que se le considera un esbozo (y si le quitamos el factor de espectáculo piromusical que representa) como un aperitivo de la más aclamada de sus películas, "E.T" (1982) y que ya demostraba su ambición para abrirse a un panorama y a unos temas más diversificados dentro del cine fantástico y de entretenimiento familiar que se reclamaba desde Hollywood. Si "El Diablo sobre Ruedas" (Duel, 1971) y "Tiburón" (Jaws, 1975) se podían considerar como meros pero efectivos ejercicios de suspense realizadas con manos de artesano, "Encuentros en la Tercera Fase" se sumerge en el campo de los efectos especiales para poner en debate el siempre discutible planteamiento de si estamos o no solos en el Universo.

La música también toma un protagonismo especial como lenguaje comunicativo entre los visitantes y los contactados y prueba de ello se da en las famosas secuencias en el asentamiento de esa popular formación rocosa conocida como la Torre del Diablo, en el Estado de Wyoming. Un lugar idóneo de éste espectáculo de luces que coincidió con el "boom" de la disco-music (se llegó a sintetizar una de las piezas más célebres de John Williams para las pistas de baile) y que música y película se dieton la mano con el fin de que quedaran sumisas en el imaginario colectivo de los espectadores.

Un grupo de investigadores supervisados por el profesor Lacombe (François Truffaut) investiga los diferentes rastros y testigos que han dejado supuestas apariciones de objetos volantes no identificados (OVNI) en su paso por los cielos. Mientras tanto un electricista (Richard Dreyfuss), una madre (Melinda Dillon) y su hijo (Cary Guffey) son contactados en lo que se sucede como una serie de fenómenos y que parecen atraer a quien los vé hacia un mismo destinatario.

Imperdurable e inolvidable. En su conclusión la película puede resultar algo mesiánica pero es incuestionable que Spielberg quería mantener a pulso su virtud de cineasta ambicioso en vistas a un futuro que nos ha sorprendido gratamente con un buen surtido de películas de distintos géneros.