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Voto de Natxo Borràs:
6
Terror. Ciencia ficción Los cadáveres de una morgue inglesa próxima a una abadía de Manchester vuelven a la vida a causa de un experimento del gobierno que utiliza ultrasonidos para combatir la contaminación. Pero el experimento consigue también que los insectos de la zona enloquezcan y se devoren unos a otros. Al mismo tiempo, los muertos salen de sus tumbas con hambre y sed de venganza. (FILMAFFINITY)
25 de junio de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar hay que tener en cuenta de que no se trata de una producción cien por cien española de los tiempos de las “Historias para no Dormir” de Chicho Ibañez Serrador o “La Cabina” de Antonio Mercero, que evitaron cerrar los ojos a más de un insomne aquejado de las más terribles pesadillas cotidianas en tiempos ha, cuando Franco agonizaba zombi en su lecho de muerte en el Palacio del Pardo… Los italianos también participaron, en co-producción, pero sin las ayudas firmadas por maestros de la altura de Darío Argento (ya colaboraría posteriormente con el norteamericano Romero y su “Zombie: Dawn of the Dead”), Lamberto Bava (con la idea de “Demons”aún por madurar) ni tampoco de Lucio Fulci (preparado, y a su bola, para liberar su horda de putrefactos cuerpos andantes en algunas de sus películas más destacables). Solamente bastó para contar con un realizador español como Jorge Grau para elaborar un modesto largometraje que, sin embargo, acabaría siendo en el paso del tiempo todo un acontecimiento para los que gusten de las citas con los muertos vivientes de celuloide. Porque “No Profanar el Sueño de los Muertos” sea tal vez el mejor largometraje en su género después de “La Noche de los Muertos Vivientes” (Night of the Living Dead, 1968), si es que en los pocos años que separan las dos películas se hizo alguna que otra destacable cinta del subgénero de revividos.

Y aunque de muertos pocos, sangre la suficiente, y mala leche la que haga falta, dichos ingredientes ya eran los adecuados para que la cocina estuviese dispuesta para preparar el banquete. Con un claro mensaje ecologista: la emisión de monóxido de carbono en la atmósfera o las ininterrumpidas frecuencias de señales de radio a través de revolucionarios aparatos de tecnología punta para fines agrícolas, (a fin de desparasitar los campos y fertilizar aún más la tierra) son la línea de comunicación directa al infierno: a unos cadáveres que despiertan y siembran el pánico en los tranquilos páramos ingleses de Southgate donde Edna (Cristina Galbó) ha intentado visitar a su hermana Katie (Jeannine Mestre), adicta a las drogas. Un incidente con un motorista (Ray Lovelock) complicará aún más la estancia de Edna cuando los dos se vean implicados en unos misteriosos asesinatos que les ponen en el punto de mira de un inspector de homicidios (Arthur Kennedy).

Una buena película que tal vez olvidada por otras producciones superiores tiene algunos momentos incluso envidiables para ser añeja: sus cuidados efectos de sonido (los suspiros de los muertos) y su siniestra ambientación nocturna con la niebla presente, por lo que Grau prefiere (dadas las circunstancias de que el subgénero aún no estaba muy explotado y rebozaba de los clásicos) detallar un hecho concreto y no expandir el apocalipsis como ya se dan en la mayoría de películas y series sobre los zombis de hoy.
Natxo Borràs
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