En 1986 Roman Polanski dirigió uno de sus más aparatosos fracasos comerciales, “Piratas”, un producto destinado a naufragarse y en que había empleado demasiado presupuesto sin contar con el peligro de naufragarse. Dentro del subgénero de aventuras marinas, el cine nos ha obsequiado films como “Rebelión a Bordo” (Mutiny on the Bounty, 1934) de Frank Lloyd y su posterior revisión en 1962 por parte de Lewis Milestone y en 1986 con la firma de Roger Donaldson. No hay que olvidar tampoco las brillantes adaptaciones de “La Isla del Tesoro”, como la producción de 1934 dirigida por Victor Fleming o la que dirigió Byron Haskin en 1950. Pero, por lo general, Hollywood no ha tratado bien a piratas ni marineros, dejándolos a la deriva del olvido.

Gore Verbinski (The Ring) emprendió la hazaña, gracias al apoyo de la Disney, de revalorizar creando al ya conocidísimo, solitario y gesticulante capitán Jack Sparrow (fantástico Johnny Depp que caracteriza su personaje, con una melena de rastas y faz de cantante gótico) que llega hasta Port Royal con su ridículo barco sin tripulación en la búsqueda de la Perla Negra; un navío maldito comandado por el siniestro Barbossa (Geoffrey Rush) y sus hombres, víctimas de una maldición al haberse apoderado de un tesoro de Hernán Cortés.

Porque la mítica Perla Negra es objeto de superstición por muchos de los navegantes, especialmente para los marineros de Su Majestad. El rescate de Will Turner (Orlando Bloom) un joven naufrago, hijo de pirata, con un extraño medallón de oro será la llave que abrirá las puertas de la aventura. Elizabeth (Keira Knightley) hija del Gobernador Weatherby Swann (Jonathan Pryce) se apropiará del objeto que desatará la reaparición del barco pirata maldito unos años después…

Aventuras fantásticas que dieron origen a una franquicia comercial, y pronto ya irán por un quinto título. Verbinski se encargó de rodar la primera secuela tres años después.