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Voto de Natxo Borràs:
10
Aventuras. Acción. Drama Espartaco era un esclavo tracio que fue vendido como gladiador a Léntulo Batiato. En Italia promovió y dirigió la rebelión de los esclavos (73-71 a.C.) contra la República romana. A medida que recorrían el país, innumerables esclavos se iban sumando a la rebelión. Espartaco intentará llegar con su ejército al sur de Italia para poner rumbo a sus hogares. (FILMAFFINITY)
31 de marzo de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Espartaco de Tracia (Kirk Douglas) resiste a los trabajos forzados en una cantera y a merced de los romanos. Después de atacar a un centurión tras haberle increpado por auxiliar a otro esclavo, es vendido a Lentulus Batiatus (Peter Ustinov), amo de una escuela de gladiadores en Capua. Allí es entrenado para saltar a la arena como un animal a ojos de los romanos antes que un aguerrido luchador dispuesto a sublevarse contra la tiranía a la que se vé sometido. Solamente su corazón queda prendado por Varinia (Jean Simmons), una esclava que trabaja de sirvienta para Lentulus. Después de que su más cruel contrincante Draba (Woody Strode) le salve la vida, costándole la suya, en un duelo, Espartaco se amotina con sus compañeros consiguiendo la libertad y liderando un ejército de rebeldes que empieza a expanderse por toda la península italiana. Las noticias llegan al senado romano y el sabio senador Gracco (Charles Laughton) vé salidas diplomáticas a la situación ante la atente complicidad de su jóven discípulo Julio César (John Gavin) y la ferviente oposición de su archienemigo Crasso (Laurence Olivier) que estaba presenciando en primera fila el duelo de Espartaco con Draba.

Con guión del “blacklisted” Dalton Trumbo, adaptando una novela de Howard Fast, Kirk Douglas produjo una de las mejores películas de romanos realizadas en su momento. Delegó la dirección a Anthony Mann, pero las diferencias entre ellos empezaron a surgir y el realizador de “El Cid” tuvo que hacer las maletas rápido para no ver cómo se las emprendería su nuevo sustituto, el ya reconocido Stanley Kubrick a quien le había dado una alegría al “protector ejecutivo” de Douglas con esa grandiosa hazaña bélica que representó ser “Senderos de Gloria” y que su mensaje antimilitarista sigue manteniéndose vigente. A pesar de todo Mann y Douglas volverían a coincidir unos años más tarde en “Los Héroes de Telemark” dando a entender una posible reconciliación.

No fue así con Stanley Kubrick. El director de “Atraco Perfecto” quería rodar con total libertad fijando unas condiciones que detallarían así la extrovertida personalidad del que después algunos le apodarían como “el ambicioso perfeccionista”. Una de éstas dichas condiciones estaba en la procedencia de los extras; si los romanos eran representados por británicos, los esclavos tenían que ser norteamericanos. El rodaje fue largo y costoso. Kubrick confesó sentirse esclavo de Kirk Douglas y después del estreno nunca más coincidirían. Incluso el realizador neoyorkino confesó que la peor pesadilla en su carrera profesional consistió en los días que tuvo que rodar “Spartacus”, su peor película.
Natxo Borràs
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