Las comedias mamporreras interpretadas por los italianos Carlo Pedersoli y Mario Girotti, conocidos con los nombres artísticos de Terence Hill y Bud Spencer, habían empezado a surgir efecto gracias a los spaghetti-western que interpretaron como dúo; “Le llamaban Trinidad” (Le chiamavano Trinitá, 1971) y la continuación “Le seguían llamando Trinidad” (…continuavamo a chiamarlo Trinitá, 1972), dirigidas por Enzo Barboni, que les mantuvo en la cresta de la popularidad hasta mediados de los ochenta con otras películas como “Dos Superesbirros” (Nati con la Camicia, 1983) y “Dos Super Dos” (Non c´è due senza quattro, 1984), caracterizadas siempre por el argumento de dos amigos que se odian entre sí, de friciones opuestas, pero que unen sus fuerzas (bofetadas y puntapiés) allá donde los malos de turnos necesiten leña para que puedan repartir.

Con Marcello Fondato se fueron a España, los exteriores se rodaron en Madrid, para trabajar en esta ligera comedia con la gracia y bronca habitual en ellos. Aquí interpretan a dos amigos que deben hacer frente a un grupo de gángsters de poca monta (entre ellos Donald Pleasance) mientras no se hartan de beber cerveza, comer salchichas y competir en carreras de bólidos.