Esto es cine del bueno, ése que te hace sentir cada fotograma y te imposibilita levantarte del sillón. Una película magistralmente narrada con una fotografía sublime, unos diálogos gloriosos y un argumento muy acertado.

La interpretación de Thornton es sencillamente espectacular; pese a estar siempre serio, con un cigarro en la mano y con cara de “Estoy quemado de la vida” te da la impresión de estar riéndose de todo en cada momento, de encontrar hasta las cosas más importantes como algo absurdo e insignificante.

Esta película es buena, es muy muy buena.