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Voto de Nekro Zombie:
8
2 de octubre de 2014
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cosas que más me gustaba de la cultura punk antes de que todos los hogares tuviesen conexión a Internet era el hecho de descubrir grupos oscurísimos, así como novelas, películas y demás, gracias a los fanzines. No hay subcultura con tanta tradición fanzinera como el punk. Incluso me atrevería a decir que el punk murió "de verdad" cuando los blogs le tomaron el relevo al fanzine.
Pues bien, gracias a dichos fanzines descubrí un grupo de Manchester, onda muy Buzzcocks, llamado “The Freshies” y, cómo no, a su líder Chris Sievey. La canción “Estoy enamorado de la cajera del Virgin de Manchester” a día de hoy es todo un himno underground. Sievey, cuando vio que aquello del punk empezaba a aburrir, se convirtió en Frank Sidebottom. Un tipo con una “falsa cabeza”, en plan gigantes y cabezudos, que deformaba canciones pop como “The Residents” y hacía espectáculos humorísticos surrealistas.
Continúa en spoilers.
Pues bien, gracias a dichos fanzines descubrí un grupo de Manchester, onda muy Buzzcocks, llamado “The Freshies” y, cómo no, a su líder Chris Sievey. La canción “Estoy enamorado de la cajera del Virgin de Manchester” a día de hoy es todo un himno underground. Sievey, cuando vio que aquello del punk empezaba a aburrir, se convirtió en Frank Sidebottom. Un tipo con una “falsa cabeza”, en plan gigantes y cabezudos, que deformaba canciones pop como “The Residents” y hacía espectáculos humorísticos surrealistas.
Continúa en spoilers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
“Frank” de Abrahamson, lejos de ser una biografía sobre Sievey, se sirve de su legado para convertirlo en la máxima expresión de la creatividad. De hecho, el Frank que vemos en pantalla ni siquiera es el protagonista. Es un símbolo. Es aquella figura típica del siglo pasado que le daba la vuelta a cualquier tortilla literaria, musical o incluso cinematográfica. De hecho, el director suma a Frank Sidebottom, el "Frank" real, biografías varias de algunos “locos de la música”. Por ejemplo, al final de la cinta, cuando vemos a Frank con sus padres creando sonidos extraños mediante todo tipo de artilugios electrónicos, es un claro tributo a la figura de Roky Erikson y al documental “You're gonna miss me”, en el que se le puede ver haciendo exactamente lo mismo junto a madre.
El protagonista del filme funciona como estereotipo del creativo actual: un tipo gris, encerrado en un trabajo gris y una vida gris, aunque con mucha formación y muy preparado, que sueña con realizar algo parecido a lo que construyeron sus ídolos musicales de décadas pasadas. El problema es que no puede. Al llevar una vida tan anodina, la inspiración parece ignorarle. Sólo le salen copias de canciones ya realizadas y temas-basura. Aunque dicho mensaje se nos manda en varias ocasiones, es muy evidente cuando componiendo una canción acaba inconscientemente imitando a Madness.
Deprimido, aunque todavía con la esperanza y la ilusión de acabar con lo que es una existencia no demasiado emocionante, casualmente se topa con un grupo de bohemios raros que lo admiten en su grupo. Su líder, Frank, nunca se quita una cabeza falsa. Si bien muchos músicos dicen que no son los mismos cuando bajan del escenario, que sólo muestran al público un alter-ego, Frank es todo lo contrario. Frank es la reencarnación de Syd Barret. Frank es siempre Frank. Es más, para Frank la vida en sí es un escenario y todo, absolutamente todo, una valiosa fuente de inspiración. Cuando por fin se quita la máscara lo único que vemos es a un pobre enfermo mental con una vida la mar de triste. Ya sabéis, la vida como obra de arte y tal.
El protagonista, pese a que cambia de modelo de vida y se pasa todo el día tocando música, sigue sin ser capaz de componer algo medianamente interesante. ¿Los motivos? Además de una falta evidente de talento, parece más interesado en ser el puto amo en las redes sociales que en la propia música. Busca más la aceptación del público, el triunfo, que parir una canción eterna. Cuando convence a Frank de que toque en directo, lo primero que hace es presentar un tema de cosecha propia lo suficientemente malo como para que Frank pierda el conocimiento. Y es que hoy en día muchos músicos parecen más interesados en el éxito que en lo que están haciendo. Prueba de ello son los incontables cantantes de karaoke a los que se ha ensalzado desde algunos programas televisivos en los últimos años.
Y es que nos hemos vuelto tan cómodos que últimamente muchos músicos creen que por el simple hecho de tocar bien ya merecen ser reconocidos por el público. Por contra, la historia de la música demuestra que algunas de las más grandes bandas del siglo pasado no tenían unos conocimientos musicales demasiado extensos, aunque sí muchas cosas que contar, una actitud demoledora y un montón de ideas.
Por otro lado, me alegro de que por fin Abrahamson se haya mojado. Sus filmes siempre me dejaban con la sensación de “a medio gas”. No se los podía tachar de “malos”, aunque sí de demasiado “correctos”. Tal vez “Frank” le haya servido de terapia. Tal vez él mismo se veía un poco como el protagonista de esta cinta y se haya obligado a lanzarse a la piscina sin tener en cuenta las consecuencias. Como los artistas de otros tiempos, vaya ¡Cómo los artistas de verdad!
El protagonista del filme funciona como estereotipo del creativo actual: un tipo gris, encerrado en un trabajo gris y una vida gris, aunque con mucha formación y muy preparado, que sueña con realizar algo parecido a lo que construyeron sus ídolos musicales de décadas pasadas. El problema es que no puede. Al llevar una vida tan anodina, la inspiración parece ignorarle. Sólo le salen copias de canciones ya realizadas y temas-basura. Aunque dicho mensaje se nos manda en varias ocasiones, es muy evidente cuando componiendo una canción acaba inconscientemente imitando a Madness.
Deprimido, aunque todavía con la esperanza y la ilusión de acabar con lo que es una existencia no demasiado emocionante, casualmente se topa con un grupo de bohemios raros que lo admiten en su grupo. Su líder, Frank, nunca se quita una cabeza falsa. Si bien muchos músicos dicen que no son los mismos cuando bajan del escenario, que sólo muestran al público un alter-ego, Frank es todo lo contrario. Frank es la reencarnación de Syd Barret. Frank es siempre Frank. Es más, para Frank la vida en sí es un escenario y todo, absolutamente todo, una valiosa fuente de inspiración. Cuando por fin se quita la máscara lo único que vemos es a un pobre enfermo mental con una vida la mar de triste. Ya sabéis, la vida como obra de arte y tal.
El protagonista, pese a que cambia de modelo de vida y se pasa todo el día tocando música, sigue sin ser capaz de componer algo medianamente interesante. ¿Los motivos? Además de una falta evidente de talento, parece más interesado en ser el puto amo en las redes sociales que en la propia música. Busca más la aceptación del público, el triunfo, que parir una canción eterna. Cuando convence a Frank de que toque en directo, lo primero que hace es presentar un tema de cosecha propia lo suficientemente malo como para que Frank pierda el conocimiento. Y es que hoy en día muchos músicos parecen más interesados en el éxito que en lo que están haciendo. Prueba de ello son los incontables cantantes de karaoke a los que se ha ensalzado desde algunos programas televisivos en los últimos años.
Y es que nos hemos vuelto tan cómodos que últimamente muchos músicos creen que por el simple hecho de tocar bien ya merecen ser reconocidos por el público. Por contra, la historia de la música demuestra que algunas de las más grandes bandas del siglo pasado no tenían unos conocimientos musicales demasiado extensos, aunque sí muchas cosas que contar, una actitud demoledora y un montón de ideas.
Por otro lado, me alegro de que por fin Abrahamson se haya mojado. Sus filmes siempre me dejaban con la sensación de “a medio gas”. No se los podía tachar de “malos”, aunque sí de demasiado “correctos”. Tal vez “Frank” le haya servido de terapia. Tal vez él mismo se veía un poco como el protagonista de esta cinta y se haya obligado a lanzarse a la piscina sin tener en cuenta las consecuencias. Como los artistas de otros tiempos, vaya ¡Cómo los artistas de verdad!