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Voto de Meinster:
3
Drama Libremente inspirada en un episodio que marca el fin de la carrera del filósofo Friedrich Nietzsche. El 3 de enero de 1889, en la plaza Alberto de Turín, Nietzsche se lanzó llorando al cuello de un caballo agotado y maltratado por su cochero y, después, se desmayó. Desde entonces, dejó de escribir y se hundió en la locura y el mutismo. En una atmósfera preapocalíptica, se nos muestra la vida del cochero, su hija y el viejo caballo. (FILMAFFINITY) [+]
18 de febrero de 2012
20 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es esto cine?
¿Todo aquello grabado en cámara y proyectado en forma de película en una sala de cine se puede considerar como cine?
Si el cine es eso, esto es cine, si el cine es el arte de narrar historias mediante una secuencia de imágenes esto no es cine.
¿Por qué? Porque el caballo de Turín no tiene historia, no cuenta nada, no hay ni trama ni nudo ni desenlace. Vale, existen películas así que se pueden considerar cine, los documentales, por ejemplo y son cine, pero es que El caballo de Turín no es documental ni pretende serlo, no es una película hiperrealista como he leído en otras críticas, para empezar nadie se puede creer que la acción transcurra en Italia (ni básicamente en un mundo real) los personajes son totalmente falsos, no existe nada de realismo en lo que hacen ni en lo que son.

El argumento no existe como tal, lo que viene en la sipnosis lo cuenta una voz en off con la pantalla en negro, posteriormente viene la película (la secuencia de imágenes) que no cuentan nada... Parece que sí, hay quizás un pequeño hilo, los días pasan, a veces aparece gente y parece que va a suceder algo.

El director se empeña intentar que la gente se marche del cine, planos de 2 minutos sobre un objeto, ausencia de diálogos casi total y escenas iguales una y otra vez, en las que por fortuna cambia el ángulo de cámara, pero ni siquiera su empeño en aburrirnos consigue su propósito, hay que destacar que pese a ello la película tiene algo, entre atrayente y rechazable. Pero sólo para ver en cine, en casa será algo prácticamente imposible.

En sus puntos positivos una magnífica fotografía en blanco y negro, auténticamente genial, una pena que algo tan hermoso (y feísta a la vez) no cuente absolutamente nada. La magnífica primera media hora, la fuerza de las imágenes y la música te clavan en el asiento, hasta que te das cuenta de que aún quedan dos horas de película y no va a suceder nada más, incluso la música se repetirá hasta la extenuación.
Eso sí la película se somete a muchas reflexiones e interpretaciones, pero no porque procedan de la película en sí misma, es que al no suceder nada el espectador comienza a pensar y a darle vueltas a lo que está viendo, por si está perdiendo el tiempo o puede sacar algo en claro.

Como digo, yo no considero a esta película como cine, la veo más digna en un museo, en una exposición, mientras visitas, en una sala una pantalla emite la película, te sientas a verla, el argumento no importa, simplemente imágenes y música, cuando te empiezas a cansar te vas, así si que se convierte esta película en lo que es, arte contemporáneo pero no cine.
Meinster
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