Imagine que usted es un detective de tres al cuarto con un pasado borroso y un tipo pulcro y extrañamente siniestro le encarga averiguar el paradero de un hombre que parece haberse esfumado de la faz de la tierra para cobrarse una deuda.
Imagine que desarrolla sus pesquisas en la atmósfera malsana y onírica de los bajos fondos de Nueva Orleáns donde se practican extraños ritos vudú y magia negra satánica.
Y que de forma sorprendente hay algo que le resulta familiar en todo ello.
Usted es Harry Angel y esto es el Corazón del Ángel, una de las películas más inquietantes del género al que pertenece, entre el cine de terror y el thriller negro policiaco.
Una película capaz de transmitir al espectador la desazón que se va apoderando de su protagonista conforme avanza la historia. La angustia de saber que algo terrible enterrado en el subconsciente se abre paso de forma implacable a la consciencia, algo que sabe y preferiría no recordar. (spoiler)
El Corazón del Ángel es una película meritoria, cuyas mayores bazas son la mencionada atmósfera y las interesantes actuaciones de Rourke (en un papel que le sienta como un guante) y un camaleónico Robert de Niro en una corta pero memorable aparición.
Sólo tiene dos pegas: No haber sido más fiel al libro en el cual se basa (“Fallen Angel” de William Hjörstberg) el cual contenía capítulos muy sugerentes que fueron eliminados en la adaptación cinematográfica y el atropellado final (demasiadas explicaciones y demasiado explícitas).
En todo caso un título muy recomendable para todo aquel que desee pasearse por los suburbios del alma.