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Voto de Francesca:
6
Thriller. Acción Jason Bourne ha recuperado su memoria, pero eso no significa que el más letal agente de los cuerpos de élite de la CIA lo sepa todo. Han pasado 12 años desde la última vez que Bourne operara en las sombras. Pero todavía le quedan muchas preguntas por responder. En medio de un mundo convulso, azotado por la crisis económica y la guerra cibernética, Jason Bourne vuelve a surgir, de forma inesperada, cuando desde el pasado reaparece Nicky ... [+]
31 de julio de 2016
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Mucho ruido y…
RESUMEN
En medio de una guerra cibernética que azota la CIA y las revueltas en Grecia que parecen marcar el fin del capitalismo, aparece Bourne tras varios años en la sombra. Está dispuesto a seguir recuperando su memoria. Pero la Agencia no se lo pondrá fácil.

COMENTARIOS
Las diferencias (si es que alguna vez las ha habido) entre buenos y malos se difuminan.
Aaron, el brillante empresario, modelo de éxito estadounidense actual, ha creado una empresa tecnológica que ha revolucionado el universo Web. A cambio, ha vendido su alma al diablo. Y el diablo (por emplear un término) es la CIA, monstruo insaciable, siempre dispuesto a neutralizar a cualquier enemigo que interfiera en sus planes. En este caso, se trata de una alerta cibernética, a saber unos hackers que han penetrado y robado algunos archivos confidenciales con intención de sacarlos a la luz.

Felizmente para ella, la Agencia dispone de agentes a prueba de cualquier compasión que en nombre de un patriotismo (es una de las palabras más repetidas por todos estos personajes creados por la Agencia), barren sin contemplaciones civiles, transeúntes o traidores que se cruzan en el camino. La mala suerte es estar allí. De modo que nos damos cuenta que la amenaza letal no viene de terroristas fanáticos o de psicópatas, sino que hay que incluir en la lista a agentes secretos. Si se cruzan con un personaje con el aspecto de Vicent Cassel, huyan.

Quienes sí están en plena luz, fuera del mundo virtual o de la Agencia (aparentemente) son los manifestantes de la plaza Sintagma, en Atenas, cuando el pueblo se rebeló ante los ataques de la troika (¿ha servido de algo?).

Y entre todo este barullo de violencia en distinto grado, entre mundo real y virtual, vuelve a aparecer Bourne. El personaje parece vivir fuera de toda existencia normal, da salida a sus instintos violentos participando en peleas clandestinas. Menos mal (o no, que estas alturas ya no se sabe), una exagente de la CIA viene a rescatarle para anunciarle la verdad: su padre no fue matado por unos terroristas, sino por… (En blanco para no que no haya spoiler).

En la CIA no todos forman una piña. Frente a los leales y obedientes servidores, se encuentran los trepas. Heather (Alicia Vikander), la encargada de ciberseguridad, es una de ellas. Bajo su aspecto de chica buena, esconde una ambición desmedida.

La acción, como en ocasiones anteriores, da saltos constantes y nos lleva desde Islandia a Grecia, Washington, Londres, etc.

No podían faltar las persecuciones. En este caso, una secuencia (larga) en la que saltan por los aires por lo menos unos treinta coches en pleno Las Vegas. Pero para súper agentes todos es válido para llegar al fin. El final de la secuencia, en un túnel abandonado y sucio, puede ser una metáfora de la soledad (y sordidez) en la que se encuentra Bourne.

No hay una sola escena en la que los personajes estén en paz, disfrutando de un café, un paseo, un encuentro… en fin, cosas que la gente “normal” gusta de hacer.

La realidad descrita nos resulta cercana (sabemos que hay un mundo de poder(es) que nos domina o controla o vigila) y lejana a la vez por esto mismo (no es algo que “veamos”).

En episodios anteriores de la serie todo este pastel quedaba humanizado por la figura de Jason Bourne cuya lucha era recuperar su identidad y volver a ser una persona “normal”.
Sin embargo, en esta última entrega el frenesí es tal, que ese lado humano se pierde. La acción y testosterona lo llevan todo por delante.

Pero quizás sea justamente ese el tema.
Para los amantes de acción, recomendable. Para los demás, quedar para una caña sea quizás la mejor opción.
Francesca
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