Aunque la interpretación es potentísima, recomiendo no dejarse llevar por lo efectista e impactante del drama. Esta película merece que el espectador se abra a la plasticidad de la imagen y entienda el fino trabajo con la forma, el color, la psicología del espacio y las sensaciones visuales que dan verdadera solidez a todo eso que ocurre entre el título y los créditos.

Propongo esta cadena de ideas a reflexionar como guía de trabajo: el blanco y el negro negro las teclas del piano, las afiladas cuerdas de un piano, las afiladas cuchillas de unos patines, los rudos jugadores de jockey sobre patines, y las delicadas bailarinas de patinaje sobre hielo, los suaves tutús negros sobre el blanco de la pista, la suave música de Schubert y el violento arrebato del sexo, el sexo como sumisión y la sumisión del interprete profesional de piano, sumisión de la hija con la madre y el del amante con su profesora amada... las líneas cuadradas, rígidas y contantes de una profesora exigente que toca en un auditorio lleno de ventanas cuadradas y líneas negras sobre ventanas blancas.