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Voto de ferias2006:
4
Drama País Vasco, 1609. Los hombres de la región se han ido a la mar. Ana participa en una fiesta en el bosque con otras chicas de la aldea. El juez Rostegui, encomendado por el Rey para purificar la región, las hace arrestar y las acusa de brujería. Decide hacer lo necesario para que confiesen lo que saben sobre el akelarre, ceremonia mágica durante la cual supuestamente el Diablo inicia a sus servidoras y se aparea con ellas. (FILMAFFINITY)
3 de marzo de 2021
20 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llega el argentino Pablo Agüero, después de una trayectoria deficiente, para nada heredera de los grandes cineastas de su país, a intentar darnos una lección sobre la Inquisición en España. Todo el mundo sabe lo terrible de la institución. Lo que han hecho él y su coguionista ha sido coger dos o tres leyendas sobre brujas y autos inquisitoriales, se los han leído y han tejido un absurdo guión, que no tiene ningún fuste.

Tratan de mezclar el supuesto terror castellano con las atrocidades del Santo Oficio, con un juez libidinoso interpretado por el que debe ser el actor al que menos se le entiende en España, Alex Brendemühl, junto a Bárbara Lennie, y mira que hay (de hecho, entendía mejor el euskera que lo que él decía) y con un cura que da vergüenza ajena en su interpretación y que no quiero saber ni cómo se llama.

De este modo, perrgeñan una historia absurda que solo se deja ver en el apartado de los cantos de las jóvenes, estupendas la mayoría, y que se recrea más en la parte euskoparlante que en la castellana.

Teniendo en cuenta que los grandes lugares españoles donde hubo caza de brujas fue en Castilla y, sobre todo, en Logroño, con el proceso a las brujas navarras de Zugarramurdi, se busca la exageración y el exceso en una historia que no funciona ni como fábula ni como drama ni como referencia histórica.

Seguramente, hubiera sido más interesante contar una historia estrictamente real, que tiene gran interés, con un tribunal de la Inquisición al que le importaría poco lo que dijeran los acusados y acusadas y que no se pondrían cachondos porque una de ellas se pusiera a gemir de repente, ya que, seguramente, tenían de eso y más en esos momentos desquiciados.

De todos modos, como este año ha sido una porquería en cuanto a cine mundial por el maldito coronavirus, no es de las peores que he visto para los Goya. La mayoría son películas sin fuste que encajan perfectamente en el estado actual del cine español: el estado catatónico.

(Bill de Caledonia)
ferias2006
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