Pocos directores habrá trabajando actualmente con una carrera tan sólida como la de Ang Lee. Sus primeras películas asiáticas fueron un soplo de aire fresco en su momento, y tras su salto al cine al cine americano no ha parado de hacer (con tres contadas excepciones) películas en las que el cine se desborda por sus fotogramas, incluyendo sus puntuales regresos al cine de su pais. Sin un estilo definido, su cine resulta sólido, potente y complejo, además de muy variado en cuanto a los temas que trata. Seguramente sea uno de los directores más fiables y completos de la actualidad.
Hasta ahora me faltaban por ver su primera película, Pushing Hands, y La tormenta de hielo. Al problema con esta última acabo de ponerle solución, y bendita solución. Otra vez Ang Lee vuelve a dar en clavo, con precisión y elegancia, y está, desde luego, a la altura de las expectativas que tenía.
Con La tormenta de hielo Ang Lee vuelve a colocarse en un punto muy concreto de la historia. En este caso su película se centra en la burguesía americana de los primeros años setenta, en sus (superficiales) luces y en sus (profundas) sombras. Una época en la que el cinismo se comenzaba a imponer a la ilusión, y los ideales de finales de los sesenta empezaban a mostrar su cara más amarga.
En este entorno viven dos familias acomodadas, con sus respectivos hijos. El marido de una de ellas se acuesta con la mujer de la otra, mientras sus parejas hacen una incómoda vista gorda. Por su parte los hijos de cada una de las familias también cargan con lo suyo, buscando, de forma bastante inquietante, maneras de relacionarse que satisfagan su curiosidad por la vida. Todo culminará una noche de tormenta, la tormenta de hielo, en la que la vida de todos ellos dara un giro que marcará, con toda seguridad, el futuro de sus respectivas existencias.
Con una mirada más fría y analítica que nunca, Ang Lee se introduce en este mundo con la intención de que seamos testigos, nunca cómplices, de una serie de comportamientos, que marcaron la futura evolución de una parte de la sociedad americana. Y aunque esto pueda sonar un tanto grandilocuente, la verdad es que estas dos familias son, a pequeña escala, una buena muestra de lo que sucedió a lo largo de los años setenta.
Con un guion impecable, de su habitual colaborador James Schamus, y un trabajo de dirección tan sobrio como exquisito (espléndida la larga secuencia de la tormenta), La tormenta de hielo tiene, también, el mejor reparto posible, donde tanto adultos como adolescentes componen algunos de los mejores trabajos de sus respectivas carreras. Hablar de la contención de Joan Allen, de la frialdad de Sigourney Weaver o del desconcierto de Kevin Kline no debería sorprender a nadie. Pero hay que reconocer que Elijah Wood, Tobey Maguire, Katie Holmes, y, especialmente, una perturbadora Christina Ricci estan mejor que nunca bajo la dirección de Ang Lee, en uno de los retratos mas certeros de la sociedad americana de los primeros años setenta.

8.5