Descomunal radiografía de los amores prohibidos, agónicos y sordomudos.

Con toda la razón la elogiaron recientemente Eloy y Motta. Drama ajustado, equilibrado pero con un aliento profundamente trágico, además de muy bien interpretado por Trevor Howard, gran tipo éste al que no olvidemos que Harry Lime contempló desde una noria, y por una Celia Johnson que en cada secuencia parece a punto de romperse como un jarrón.

Y una de las estructuras narrativas más certeras que recuerdo, con un soberbio flash-back que muestra con terrorífica claridad la pena y la nada, el amor y la absurdidad.

Inmensa.