Pocas veces me ha dolido tanto disentir con Motta. Con Death Proof es lo mismo, esa película no deja de ser una broma, guste más o menos, pero con esta disección del desmoronamiento emocional no.

Antes que nada, aplaudo las agallas de Cassavetes. Es elogiable cómo trazó su camino este tipo y, a la vez, cómo miccionó sobre cualquier atisbo de comercialidad y convencionalismo. Yo elogio a este hombre.

Pero aquí, en particular, no demasiado.

Por encima de cualquier consideración, el tour de force interpretativo de Gena Rowlands oscila entre la genialidad, la catarsis y lo extraterrestre. No sé, no recuerdo muchas interpretaciones femeninas con una carga de dolor tan infernal. Ella misma en Una Mujer Bajo La Influencia está igualmente inmensa. Lo que si le añadimos la ajustadísima y melancólica aparición en Otra Mujer nos bastaría para situarla como una de las mejores intérpretes de la historia.

También aprecio muy positivamente el valor de Cassavetes a la hora de retratar trágicamente el paso del tiempo, porque eso es lo que es a menudo, una verdadera tragedia, y desde luego el progresivo derrumbamiento que experimenta Gena impresiona.

Ahora bien, la película se me antoja excesivamente larga, demasiado estirada, con momentos muertos, y con un denso y contemplativo sentido del drama que me recuerda, en ocasiones, al Bergman más plomizo.

Teniendo en cuenta lo suculento del tema, y lo bien que está Rowlands, sentí distancia y aburrimiento en muchas fases de la película, y me dolió, y ahí estaba yo, con cerveza y cara de lerdo.

No la lincho, no, pero es probablemente la película de Cassavetes que menos he disfrutado.

Faces y Una Mujer Bajo La Influencia continúan en mi pedestal, eso sí. Mis dos películas favoritas de este hombre hasta la fecha, sin duda.