Lo siento —nótese la ironía— por los que esperaban de esta peli algo que satisfaciera sus impulsos onanistas. No obstante, también es cierto que el marketing le hizo un flaco favor al film de Karyn Kusama. Pero si uno se molesta en leer un poco, verá que su directora pretendía todo lo contrario. El film propone un espacio para los pensamientos del género femenino, tan soterrados bajo una constante presión social sobre su imagen, como si fuese el único valor de una mujer para enfrentarse al mundo; trata la adolescencia, los miedos, las amistades tóxicas... Jennifer tampoco es sólo un "cuerpo", sino el producto de una serie de inseguridades y abusos que, finalmente, la convierten en una criatura diabólica.

Para los iluminados que mandan a Megan Fox al porno, simplemente añadir que me alegro de que existan películas como esta, que dejen con cara de bobos a todos estos que lo único que hacen es contribuir a nuestra propia decadencia.