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Voto de Niccólito:
10
Romance. Drama. Ciencia ficción Un hombre (Hugh Jackman) realiza dos viajes: uno al pasado, a la España del siglo XVI, y otro al futuro, al siglo XXVI. Su objetivo es salvar la vida de su esposa enferma de cáncer, pero para ello tendrá que encontrar el legendario árbol de la vida cuya savia proporciona la inmortalidad. (FILMAFFINITY)
4 de mayo de 2007
21 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fuente. Seis años han pasado desde que su realizador, Darren Aronofsky aterrizara en Sidney para contarle a su equipo, a esa familia que nace en todo rodaje de una gran obra, que el rodaje de su proyecto más personal (un homenaje a la vida y a la muerte, nacido de su sufrimiento personal por el cáncer que azotó a su hermana, que pudo superar) que llevaba escribiendo desde antes de rodar su primera película "La fuente", acababa de ser cancelado por un estudio ávido de dinero y desconfiado de un proyecto tan íntimo y delicado, tan sensible y complejo como el que que quería acometer el realizador neoyorquino. Seis años de calvario, de madrugadas insomnes, de proyectos rechazados y de frustración artística han engendrado finalmente una semilla (dos si se cuenta la extraordinaria novela gráfica, que en colaboración con el dibujante Kent Williams, ha concebido Aronofsky, más cercana en este medio a su idea inicial del proyecto, medio al que ha prometido volver y al que ojalá vuelva), hermosa e incomprendida, azotada desde todos los frentes, crítica, taquilla y festivales, destinada a permanecer en el olvido por muchos años, hasta que los ojos del mañana redescubran y encumbren (como ha ocurrido tantas y tantas veces) lo absoluto de su arte. Valiente, tal vez, sea la palabra más adecuada para definir este trabajo, valiente porque el afrontar el sufrimiento personal (inconcebible e incomprensible para quién no lo ha sufrido) que deriva del experimentar en el día a día, la certeza de la muerte de un ser querido por causa de una enfermedad terminal, el ver como sus fuerzas se consumen, el sentir su dolor y su miedo, es una tarea de un riesgo máximo, por el respeto que tales sentimientos merecen. Pero Aronofsky los supera con su sencillez, con una poética sabia y reflexiva sobre la nesesidad de aceptar lo inaceptable, de atesorar cada instante, cada momento que nos resta con aquellos que nos van a abandonar para siempre, de comprender que nuestro amor es importante como alivio no como salvación de lo inevitable. Es un gran regalo para todos los que tengan que afrontar el dolor de la pérdida (todos lo hacemos más de una ve a lo largo de nuestras vidas), es un regalo para seguir viviendo sin dejar de honrar la memoria y el recuerdo de los que ya no están, es un regalo al hombre, para lo que le quede de historia, como sólo puede proporcionar el arte, un regalo para entenderse mejor y respetarse. Por todo ello, gracias Darren, gracias.
Niccólito
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