No hay director en activo que me tenga más despistado que Ridley Sccott, autor de increíbles e indiscutibles obras maestras del cine y de rollazos inaguantables por igual, cada estreno suyo es una moneda al aire donde lamentablemente la balanza nos dice que ha salido más veces cruz que cara, aunque esas caras sean muy de agradecer.
Los impostores es una película demasiado larga, aburrida y repetitiva, de verdad que no vendría mal volver a pasarla por la sala de montaje y recortarle media hora de tics de Nicolas Cage, hablando del montaje, es bastante deficiente, cansino y epiléptico, algo que a su hermano Tony Scott se le dio mucho mejor un año después cuando rodó El Fuego de la Venganza con Denzel Washington.
Por si fuera poco, el giro final, algo a lo que la película podría agarrarse como su tabla de salvación, se ve venir muy de lejos, creo que incluso antes de la mitad del film ya sabía lo que iba a pasar, porque o Ridley tomó por tonto al espectador y creía que las pistas que iba dejando la gente no las iba a pillar o lo hace a caso hecho para que nosotros veamos lo que el personaje de Nicolas Cage no ve que le está cayendo encima, en cualquiera de los dos casos el resultado es muy insatisfactorio, película para olvidar inmediatamente y muy difícil que la vuelva a ver nunca más.
spoiler:
No recuerdo en qué momento me di cuenta del paripé, si cuando va a recoger a la hija por primera vez al colegio o cuando su socio le recomienda su siguiente doctor, ya no me acuerdo la verdad, y eso es bueno para mi, pero muy malo para la película, porque joder, la acabo de ver hace una hora...