Una alocada y entretenida comedia dirigida con aplomo pero sin mucha inspiración, atiborrada de gags moderadamente ingeniosos y con un reparto totalmente entregado a las paranoias y demencias de sus dos esperpénticos realizadores.

Los personajes son coenianos hasta la médula y el argumento indescriptible, raya lo absurdo, el guión es simplemente un disparate, repleto de golpes de efecto que sorprenden por su estupidez, algo no necesariamente negativo, y con constantes giros en el argumento que enredan una trama ya de por si bien embrollada.

Su punto de partida son los servicios de inteligencia de la CIA, a partir de aquí los Coen confeccionan una grotesca y ridícula pantomima que bien podría haber sido una mordaz y sarcástica crítica a la CIA, que por otro parte es algo que cabría esperar de los Coen, sin embargo es del todo inofensiva, su tono tristemente frívolo y su humor desconcertantemente facilón dan a entender que la agudeza “humorística” de los Coen ha quedado un tanto mermada, después del esfuerzo realizado en la austera No es país para viejos.

Otro aspecto doloroso de la cinta es su convencionalismo en su conjunto, su estética es terriblemente académica, hay muy poca personalidad en ella, el sello personal que siempre distinguen las obras de los Coen de las demás aquí no existe, realmente es una cinta que denota poca implicación por parte de sus realizadores.

En definitiva, está claro que no estamos ante un prodigio de película, es más, creo que es bastante mediocre y convencional tratándose de los Coen, pero aun así está muy por encima de la media, que ya es bastante, es muy divertida y no tengo la menor duda de que sus caricaturescos personajes harán las delicias de los espectadores.