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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
6
Comedia. Romance Sean Thornton (John Wayne), un boxeador norteamericano, regresa a su Irlanda natal para recuperar su granja y olvidar su pasado. Nada más llegar se enamora de Mary Kate Danaher (Maureen O'Hara), una chica muy temperamental, aunque para conseguirla deberá luchar contra las costumbres locales, como el pago de la dote, y, además, contra la oposición del hermano de su prometida (Victor McLaglen). (FILMAFFINITY)
31 de mayo de 2009
43 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que pasa de estúpida a bonita, de bonita a aguerrida, de aguerrida a fiestera, de fiestera a pugilística, de pugilística a divertida y de divertida a preciosa. La historia, un clásico: forastero de ideas claras llega a encantador y sui generis pueblecito irlandés y se ve obligado a cambiar los esquemas mentales para adaptarse a un pequeño cosmos alimentado por la insensata lógica de la locura o la peculiar ilógica de la sensatez. John Ford captura ese espíritu inexplicable en su botella mágica, pero sólo le da la gana de desparramarlo en la maravillosa segunda mitad, porque en la primera, como para dar alguna excusa, se desarrolla una historia de amor cutre con ganas, llegando al extremo vergonzante de enmarcar a los dos amantes en pleno abrazo conciliador con una ventanita ojival perfectamente colocada al fondo, recurso estético indigno hasta de una tarjeta de San Valentín del Harrod's y mira que son horteras. Y por no mencionar el bronceado U.V.A. que lucen los protagonistas y los pueblerinos, muy propio de latitudes tan caribeñas como las irlandesas. Sí, sé que hay mucho de fábula ideal en "El hombre tranquilo", pero es que a ratos ya roza lo Disney.

Pero a partir de que se despacha el tortoleo, se olvidan los detallitos mencionados con anterioridad y se despliegan las múltiples posibilidades que ofrecen los personajes del pueblecito y los preciosos paisajes irlandeses, puede entenderse porqué esta película, aparentemente tan simple y desfasada, sobrevive a base de obligar al espectador a cambiar los esquemas (sí, todos somos John Wayne) durante unos instantes para adaptarse a la visión de Ford de lo que es un mundo feliz. No mejor ni peor, sino feliz, que es distinto.

John Ford representa Irlanda como una tierra maravillosa en la que todo es posible, un reducto feérico al margen del mundo, de la civilización y sus no escritas normas morales. Pero ¿sabéis? Irlanda ya era así antes de existir "El hombre tranquilo".
Neathara
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