El formato bildungsroman está ya muy gastado y hay que ser muy genio para utilizar convenciones narrativas tan agotadas y no producir una intensa sensación de déjà-vu en el espectador ante un tipo de historia que de entrada no produce ningún arqueo de sorpresa, ningún revoloteo de anticipación.

Primer error, empezar con la típica escena modelo "moribunda cuenta historia de su familia": señor Fincher YA LO HEMOS VISTO CIEN MILLONES DE VECES. Nos da la sensación de que estamos pasando un trámite fastidioso pero necesario para poder introducir la historia. Lástima que no se currasen algo un poco más original.

Segundo error, casting. Brad Pitt y Cate Blanchett no pegan ni con cola. Resultado: historia de amor nula. Por lo menos se curraron el personaje de ella un poco para que no quedase como simple expediente a cubrir para meter con calzador la previsible historia romántica.

Tercer error, concepto mal entendido del clasicismo como excusa para permitir que los tópicos fluyan a lo largo y ancho de la película. El clasicismo no es ni debería ser un concepto que excluyese la originalidad o la personalidad de un autor. ¿Qué no?. ¿No habéis visto nada de Ang Lee?

Claro, hay muchos más errores, el más grave de todos es que la personalidad de Benjamin Button, digamos que el foco de nuestro posible interés hacia su historia, es aburrida y monolítica, nunca nos interesa demasiado qué piensa o qué siente. No hay poesía, ni pasión, ni verdad de ningún tipo aquí. Benjamin Button es un autómata, alguna máquina diseñada para que algo no humano aparente humanidad. Yo no me lo creo, ni a él, ni a su caso, ni a su película.