Haz click aquí para copiar la URL
Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
7
Drama París, 1899. L'Apollonide es un elegante prostíbulo en el que la madame es dueña absoluta de las meretrices, pues los gastos de éstas exceden a sus ingresos, y están en deuda con el local que las explota. Las prostitutas además se enfrentan a numerosos problemas: embarazos, opio y clientes violentos. En uno de los casos más trágicos, un hombre desfigura el rostro de una de las prostitutas. La cicatriz resultante dibuja en su cara una ... [+]
28 de agosto de 2012
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un largo trecho entre la glamurosa visión del burdel de época en el cine a lo que muestra Bertrand Bonello en 'L'Apollonide'. Su mirada es sensorial y divaga, subiendo desde las tristes estancias inferiores donde las chicas hacen su vida no laboral hasta ese perenne salón sobrecargado de cortinones y terciopelo en el que desfilan, noche tras noche, para solaz de la clientela. Lo interesante no es realmente su retrato (y denuncia) de una horrible forma de subsistencia. El mensaje ya lo tiene el espectador bien mascado y los subrayados -principales y quizás únicos errores de este inquietante túnel del horror vaginal - no aportan nada más que la obligación moral de sentirse aleccionado.

El mensaje no es necesario porque está ahí, imbricado en la sempiterna penumbra de la casa de tolerancia. Se huele en los perfumes y jabones que no acaban de lavar nunca los rastros de semen; se percibe en el sonido de las sobrecargadas telas, en el crujir de las enaguas, en el clic-tras-clic de los corsés; se saborea y se suda en las mecánicas sesiones sexuales. Es, el burdel, un lugar donde se vive durante dos horas y no demasiado a gusto. Podría haberse rodado, casi en silencio, porque habla de todos los aspectos que puedan imaginarse los profanos de las vidas de unas prostitutas del siglo XIX con el mero apoyo de unas imágenes no portentosas, pero sí incisivas y sutiles. En ocasiones, de curiosa belleza.

Falta quizás movimiento. Los anacronismos no terminan de encajar. A veces parece más una sucesión de postales de la belleza y la degradación que una colección de vidas en movimiento.

Aun así es una película que vale la pena ver, aunque sólo sea para salir después al aire libre, respirar y dar las gracias a cualquiera que sea tu dios por ser quien eres, aunque no sea mucho.
Neathara
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow