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Voto de Marina:
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46,414
Thriller. Intriga
A pesar de que Kevin (James McAvoy) le ha demostrado a su psiquiatra de confianza, la Dra. Fletcher (Betty Buckley), que posee 23 personalidades diferentes, aún queda una por emerger, decidida a dominar a todas las demás. Obligado a raptar a tres chicas adolescentes encabezadas por la decidida y observadora Casey (Anya Taylor-Joy), Kevin lucha por sobrevivir contra todas sus personalidades y la gente que le rodea, a medida que las ... [+]
11 de junio de 2017
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Un film supremo para los amantes del trhiller psicológico, y aún más. Split se excede, explora, trasciende los límites convencionales del trhiller, e intenta indagar qué hay, qué puede haber más allá.
El director M. Night Shyamalan se regodea en su experiencia, la usa, y busca algo más. Controvertido, su trabajo puede caer bajo la admiración o el desprecio absolutos. Pero él tiene seguidores y apelará a ellos con pequeños regalos deliciosos una vez más. Un protagonista con veintitrés personalidades, Kevin, se eleva en este filme. ¿De dónde sale este número exuberante y algo artificioso de personalidades?. La respuesta la conserva Shyamalan en una caja de secretos.
James McAvoi encarna a Kevin y se desdobla. Se vuelve plástico, maleable, se entrega. ¿Podría pedirse más de cada personaje?. Sí. Pero el trabajo de McAvoi deslumbra a tal punto que no deja lugar para más exigencias. Es magnífico. Cada personalidad tiene sus rasgos, sus miradas, un brillo distinto en sus ojos. Bajo estrictos primeros planos McAvoi pasa de un personaje a otro, a veces lentamente otras con rapidez, en una misma escena, sin dejar que se diluya ningún detalle. Se transfigura. Casey (Anya Taylor-Joy) lo enfrenta, en un juego de altibajos, sutiles, bruscos, a veces breves; donde no puede saberse quién ganará, porque el cazador y la presa puede ser cualquiera de los dos, en cualquier momento. A medida que se desenvuelve la trama, ambos, Kevin y Casey, dejan entrever el sufrimiento de dos seres humanos, brutalmente quebrados, hasta acariciar el dramatismo. El trabajo protagónico reluce.
Pero este filme no permanece solo en la idea de un hombre con una enfermedad mental y una joven víctima de su maldad. No puede. Se amplía. ¿Hasta dónde puede llegar la capacidad de la mente humana? ¿Llegará hasta lo que denominamos sobrenatural? La ciencia, representada por Dra. Fletcher (Betty Buckley) se despega de su rol tradicional. Bajo esta premisa el personaje de Buckley que comienza dentro de la ambigüedad se va definiendo, y decae. El método científico se vuelve frágil hasta romperse. El lugar del paciente/víctima se tuerce. Aquí el débil es el héroe.
Con un guión excelente, acompasado y un trabajo de dirección magnífico esta película captura al espectador predispuesto desde el principio, y no lo suelta, lo somete a una hipnosis grandiosa. Dichoso del que se deje capturar.
El director M. Night Shyamalan se regodea en su experiencia, la usa, y busca algo más. Controvertido, su trabajo puede caer bajo la admiración o el desprecio absolutos. Pero él tiene seguidores y apelará a ellos con pequeños regalos deliciosos una vez más. Un protagonista con veintitrés personalidades, Kevin, se eleva en este filme. ¿De dónde sale este número exuberante y algo artificioso de personalidades?. La respuesta la conserva Shyamalan en una caja de secretos.
James McAvoi encarna a Kevin y se desdobla. Se vuelve plástico, maleable, se entrega. ¿Podría pedirse más de cada personaje?. Sí. Pero el trabajo de McAvoi deslumbra a tal punto que no deja lugar para más exigencias. Es magnífico. Cada personalidad tiene sus rasgos, sus miradas, un brillo distinto en sus ojos. Bajo estrictos primeros planos McAvoi pasa de un personaje a otro, a veces lentamente otras con rapidez, en una misma escena, sin dejar que se diluya ningún detalle. Se transfigura. Casey (Anya Taylor-Joy) lo enfrenta, en un juego de altibajos, sutiles, bruscos, a veces breves; donde no puede saberse quién ganará, porque el cazador y la presa puede ser cualquiera de los dos, en cualquier momento. A medida que se desenvuelve la trama, ambos, Kevin y Casey, dejan entrever el sufrimiento de dos seres humanos, brutalmente quebrados, hasta acariciar el dramatismo. El trabajo protagónico reluce.
Pero este filme no permanece solo en la idea de un hombre con una enfermedad mental y una joven víctima de su maldad. No puede. Se amplía. ¿Hasta dónde puede llegar la capacidad de la mente humana? ¿Llegará hasta lo que denominamos sobrenatural? La ciencia, representada por Dra. Fletcher (Betty Buckley) se despega de su rol tradicional. Bajo esta premisa el personaje de Buckley que comienza dentro de la ambigüedad se va definiendo, y decae. El método científico se vuelve frágil hasta romperse. El lugar del paciente/víctima se tuerce. Aquí el débil es el héroe.
Con un guión excelente, acompasado y un trabajo de dirección magnífico esta película captura al espectador predispuesto desde el principio, y no lo suelta, lo somete a una hipnosis grandiosa. Dichoso del que se deje capturar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Kevin es un hombre con trastorno de personalidad múltiple. Un niño dañado, maltratado, abusado, devino en este hombre con una enfermedad mental grave. Kevin tiene 23 personalidades, o tal vez 24…
Pese a sus diferencias, las personalidades de Kevin no son completamente independientes, se alían. En un momento, un grupo de personalidades toma el control; su objetivo: alcanzar la comprensión de la sociedad; lo llaman La Horda. Con un ímpetu descomunal, La Horda, busca torcer el lugar de víctima en el que la sociedad sitúa a la persona trastornada, y elevarlo hasta el extremo opuesto, convirtiéndolo en héroe. Durante todo el filme cada personalidad luchará por tener la luz, por tomar el control de Kevin aunque sea por un instante. Pero la Horda tiene un plan… Casey, una joven secuestrada, junto a otras dos compañeras de colegio, es la única capaz de enfrentar a las personalidades de Kevin. Casey se posiciona delante de ellas e intenta encontrar un hilo de coherencia. Sin embargo, solo logra ver su propio dolor. De a poco, ella comprende...
La Dra. Fletcher psiquiatra de Kevin, duda. Se niega a aceptar que el potencial de la mente humana exceda lo racional. Sin embargo, ella observa a sus pacientes de una forma especial. Los admira. Y a partir de allí, todos los demás, las personas “normales”, quedan reducidos a una existencia mínima, insignificante. Los quebrados, han desarrollado la capacidad de sobrevivir al dolor, han liberado el potencial del cerebro, y esto los hace superiores. En ellos se manifiesta la verdadera posibilidad de la mente humana. La Dra. Fletcher lo sabe y tiene que aceptar la miseria de su método. Lentamente, la idea de que el límite del potencial de la mente humana debe ser racional, se torna una súplica.
Pese a sus diferencias, las personalidades de Kevin no son completamente independientes, se alían. En un momento, un grupo de personalidades toma el control; su objetivo: alcanzar la comprensión de la sociedad; lo llaman La Horda. Con un ímpetu descomunal, La Horda, busca torcer el lugar de víctima en el que la sociedad sitúa a la persona trastornada, y elevarlo hasta el extremo opuesto, convirtiéndolo en héroe. Durante todo el filme cada personalidad luchará por tener la luz, por tomar el control de Kevin aunque sea por un instante. Pero la Horda tiene un plan… Casey, una joven secuestrada, junto a otras dos compañeras de colegio, es la única capaz de enfrentar a las personalidades de Kevin. Casey se posiciona delante de ellas e intenta encontrar un hilo de coherencia. Sin embargo, solo logra ver su propio dolor. De a poco, ella comprende...
La Dra. Fletcher psiquiatra de Kevin, duda. Se niega a aceptar que el potencial de la mente humana exceda lo racional. Sin embargo, ella observa a sus pacientes de una forma especial. Los admira. Y a partir de allí, todos los demás, las personas “normales”, quedan reducidos a una existencia mínima, insignificante. Los quebrados, han desarrollado la capacidad de sobrevivir al dolor, han liberado el potencial del cerebro, y esto los hace superiores. En ellos se manifiesta la verdadera posibilidad de la mente humana. La Dra. Fletcher lo sabe y tiene que aceptar la miseria de su método. Lentamente, la idea de que el límite del potencial de la mente humana debe ser racional, se torna una súplica.