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España España · Toledo
Voto de Nach42:
9
Comedia. Drama Medio-oeste americano, 1967. Larry Gopnik (Michael Stuhlbarg) es un profesor de física que ve cómo de la noche a la mañana su vida se derrumba. Es un hombre bueno, un marido fiel y afectuoso, un buen padre y un profesor serio, pero, de repente, todo en su vida empieza a ir mal. Su mujer lo abandona sin explicaciones, y el amante de ella lo convence para que deje su casa y se mude a un motel por el bien de los niños. Además, su carrera ... [+]
5 de marzo de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede contener trazas de spoilers:

Hay tanto cine y tan bien dirigido que no encuentro nada que no sea significativo en esta película y aun así todo me parece absurdo, absurdamente significativo.

El viaje de un pusilánime en busca de la respuesta divina a sus desgracias, desgracias que no entiende y que lejos de actuar para darles solución solo se pregunta ¿Qué significa todo esto? Es muy significativo el énfasis que se pone a la gran y caricaturizada sabiduría de los viejos muy viejos rabinos y sus palabras vacías y a la dimensión divina de la desgracia humana, pero muy poca y de forma casi despreciable a la respuesta real y de verdadero peso a las preguntas del protagonista, aquella que parece no convencerle (y al espectador tampoco) y que esquiva de rabino en rabino poniendo en su lugar palabras vacías, justificación divina, nula voluntad propia y absoluta pusilanimidad: “La razón divina de tus problemas no existe, por lo que no hay nada que entender, los problemas se solucionan actuando y no existe un plan divino que de sentido a tus penurias. ACTÚA”. Pero Larry Gopnik lejos de actuar solo dice “pero si no he hecho nada”, y precisamente por no hacer nada se le castiga.

Mientras tanto, los Coen construyen una atmósfera agobiante y neurótica que caricaturiza a una familia, y más concretamente a un padre de familia, sumida en el dogma religioso judío donde todo es exagerado, absurdo, pero tremendamente significativo. Una forma de vida que asume las cosas como vienen, y si el vecino me corta el césped e invade mi propiedad, Hashem proveerá.

No deja de ser curioso el retrato tan viciado y esperpéntico que los Coen hacen de esa comunidad judía, donde todo son palabras vacías, todo se soluciona con “Hashem así lo ha querido” o “habla con el rabino Marshall” y hay un ambiente extrañamente neurótico y surrealista (los Coen más exageradamente Coen de su carrera) que sitúa a nuestro protagonista en una incapacidad absoluta de actuar según su voluntad y se convierte una marioneta al servicio de la providencia. Y es aquí donde los Coen no solo le gastan una broma pesada a su protagonista, que deambula lloriqueando porque quiere entender que sufre por una razón mayor, sino que gastan una broma al espectador, que asiste a un espectáculo Coeniano que conduce a ninguna parte y se niega a dar validez a esa misma respuesta que el protagonista quiere esquivar. ¿Así de sencillo?, ¿todo esto para nada?, ¿un viaje por las penurias de un hombre para concluir que los problemas pasarán y dejarán de preocuparnos? Sí, y no es algo que te planteas en el primer visionado, simplemente llega el final y te preguntas ¿Dónde está la respuesta? Toda la película buscando una respuesta y no podemos asumir que el asistir a esta narración concluya de forma tan poco complaciente con las esperanzas y las intrigas del espectador, no le concede nada, y doy gracias por ello.

A modo de conclusión, la película es divertidísima y relevante. El final impacta de tal manera que crea una sensación totalmente diferente a la que se tiene durante toda la película, pero si comprendes lo que los Coen han hecho aquí, si ves lo que han intentado transmitir, esa sensación automáticamente debe dejar paso a la fascinación. Es sin duda una de las obras más grandes de los hermanos.
Nach42
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