Media votos
6.8
Votos
1,320
Críticas
677
Listas
28
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de The Motorcycle Boy:
9
7.5
132,118
Ciencia ficción. Acción. Thriller
En un futuro no muy lejano, Gran Bretaña se ha convertido en un país totalitario dirigido con mano de hierro por un tirano (John Hurt). Una tarde, tras el toque de queda, Evey (Natalie Portman) es rescatada en plena calle por un misterioso enmascarado cuyo nombre es "V" (Hugo Weaving). El extraño personaje le explica cuáles son sus planes para recuperar la libertad. En efecto, todas las acciones de V tendrán como objetivo hacer estallar ... [+]
10 de octubre de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crítica incluida en spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Por la situación, diríamos que la acción transcurre en el Londres de los años 30 del siglo XXI. La ciudad de los exiliados ha reconvertido su imagen. Allí, donde el liberalismo afloró con gran fuerza, allí donde Marx engendró al socialismo, ahora todo es oscuro y tenebroso.
El contexto de la historia viene enmarcado por una guerra que aniquiló a USA. El mundo se sumió en un sinfín de catástrofes, y en Inglaterra lo aprovechó un despótico “líder” y su séquito para instaurar el miedo a través de un virus creado por ellos mismos. Un miedo que les serviría para prometer orden y seguridad (¡ellos tenían el antídoto esperando!), recordando en buena medida a la situación por la que pasó Alemania en los años 30 del siglo XX. Un miedo que les serviría para hacerse con el poder.
Una vez en el poder, la película retrata características básicas de un estado totalitario. Ausencia de reunión social, incluido toque de queda nocturno. Vigilancia y seguridad. Control de los medios de comunicación para su adoctrinamiento ideológico, es decir, ausencia de libertad de expresión. Partido único, el pluralismo político no tiene sentido. Y el poder reunido en la figura de el “Líder”, un señor “carismático” que mueve los hilos de la gran urbe. Nos adentra en las horribles andanzas de esos señores que llenan las cabezas con bolsas negras. Homofobia. Pedofilia en la iglesia. Uso de la ciencia a su antojo. Represión brutal frente a los activistas.
En definitiva, un Londres muy lúgubre. Un Londres al que V, un misterioso revolucionario enmascarado tras la figura de Guy Fawkes, antiguo revolucionario que trató vanamente en el siglo XVII de volar por los aires el Parlamento británico, tratará de salvar de ese mundo tiránico y despótico. Esa es la acción principal del film. Las peripecias y venganzas de V contra el sistema, a la par que se consolida un lazo sentimental entre él y Evey, una chica perdida en los rincones más oscuros del régimen, conforme van recordando el pasado e imaginando el futuro.
‘V de Vendetta’ es ya un clásico del cine del siglo XXI. Bebe en las fuentes de clásicos como ‘1984‘ o ‘Un mundo feliz’, pero le añade su toque de modernez, ese toque que se desprende desde el guión, a manos de los hermanos Wachowski (Matrix), y sus claras señas identitarias en las escenas de acción.
V nos habla del ideal, de su imperecedero paso. V es la idea en sí. Jamás se le ve el rostro. No es necesario. Él voló el Parlamento. Él movilizó a las masas y les hizo creer. Como en su día hicieran Fawkes y tantos otros. Leyendas que acrecentaron el ideal. Anónimos que perecieron por una idea. Por ello, aunque muera, V no se irá.
Lección cívica. Ya no se trata sólo de la dicotomía entre totalitarismo y liberalismo (¿libertad, justicia e igualdad?) que nos presenta el film. Se trata del mundo de las ideas. De su poder de movilización. De su poder para cambiar el estado de las cosas. De su poder para no someterse ante el opresor. En definitiva, ¡Viva la Revolución!
El contexto de la historia viene enmarcado por una guerra que aniquiló a USA. El mundo se sumió en un sinfín de catástrofes, y en Inglaterra lo aprovechó un despótico “líder” y su séquito para instaurar el miedo a través de un virus creado por ellos mismos. Un miedo que les serviría para prometer orden y seguridad (¡ellos tenían el antídoto esperando!), recordando en buena medida a la situación por la que pasó Alemania en los años 30 del siglo XX. Un miedo que les serviría para hacerse con el poder.
Una vez en el poder, la película retrata características básicas de un estado totalitario. Ausencia de reunión social, incluido toque de queda nocturno. Vigilancia y seguridad. Control de los medios de comunicación para su adoctrinamiento ideológico, es decir, ausencia de libertad de expresión. Partido único, el pluralismo político no tiene sentido. Y el poder reunido en la figura de el “Líder”, un señor “carismático” que mueve los hilos de la gran urbe. Nos adentra en las horribles andanzas de esos señores que llenan las cabezas con bolsas negras. Homofobia. Pedofilia en la iglesia. Uso de la ciencia a su antojo. Represión brutal frente a los activistas.
En definitiva, un Londres muy lúgubre. Un Londres al que V, un misterioso revolucionario enmascarado tras la figura de Guy Fawkes, antiguo revolucionario que trató vanamente en el siglo XVII de volar por los aires el Parlamento británico, tratará de salvar de ese mundo tiránico y despótico. Esa es la acción principal del film. Las peripecias y venganzas de V contra el sistema, a la par que se consolida un lazo sentimental entre él y Evey, una chica perdida en los rincones más oscuros del régimen, conforme van recordando el pasado e imaginando el futuro.
‘V de Vendetta’ es ya un clásico del cine del siglo XXI. Bebe en las fuentes de clásicos como ‘1984‘ o ‘Un mundo feliz’, pero le añade su toque de modernez, ese toque que se desprende desde el guión, a manos de los hermanos Wachowski (Matrix), y sus claras señas identitarias en las escenas de acción.
V nos habla del ideal, de su imperecedero paso. V es la idea en sí. Jamás se le ve el rostro. No es necesario. Él voló el Parlamento. Él movilizó a las masas y les hizo creer. Como en su día hicieran Fawkes y tantos otros. Leyendas que acrecentaron el ideal. Anónimos que perecieron por una idea. Por ello, aunque muera, V no se irá.
Lección cívica. Ya no se trata sólo de la dicotomía entre totalitarismo y liberalismo (¿libertad, justicia e igualdad?) que nos presenta el film. Se trata del mundo de las ideas. De su poder de movilización. De su poder para cambiar el estado de las cosas. De su poder para no someterse ante el opresor. En definitiva, ¡Viva la Revolución!