Dejando a un lado la comparación con el libro de Stoker, ya que creo, se aleja bastante de lo que en su día leí, y teniendo en cuenta que no es un film de terror, pasaré a valorar lo que para mí ha sido un original descubrimiento. Es muy dificil reflejar un tema tan manido como este, dándole la efectividad que se merece, y sin aburrir al espectador. Tengamos en cuenta que, cada vez menos, los monstruos residen bajo nuestras camas, o esperan acechantes en el armario de turno. Por otro lado, el punto de toque que barajan los directores en nuestros días, es más bien psicológico. Se nos ha acostumbrado a demandar ideas rebuscadas en cualquier campo, y el terror no es una excepción. Por eso, y repito, no me parece que esta sea una película de terror. Si la catalogáramos como tal, estaríamos condenándola a ser un verdadero fiasco. Pero, por otro lado, y para salvarla, ahí está el romanticismo. Coppola nos pinta un vampiro muy diferente al que la mitología nos tiene acostumbrados, haciendo del amor una criptonita que va minando esa parte oscura, a la que ningún ser de la oscuridad debería renunciar. De ahí, que haya puristas que arremetan contra ella, declarando una guerra abierta contra el vampiro que debería haber sido, y nunca fué. Por un lado los entiendo, pero por otro tengo que defender la originalidad con la que el director a abordado un tema al que había que empezar a darle otro enfoque. Hay una nueva generación a la que no podemos dejar sin este genial "chupasangre", y eso es lo que creo, pretende el maravilloso Francis. La interpretación y la estética están muy cuidadas, el sistema narrativo es bastante fluido, y el monstruo resulta original, ya que es más humano que nunca. Una banda sonora que acompaña en todo momento, y ¡¡¡voila!!!, ahí tenéis una obra de arte, que por diferente, no debéis perderos. Ciao, y hasta otra crítica.