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Voto de GUSTAVO:
6
Drama. Thriller En el verano de 1960, en la desolada región de la Patagonia, un médico alemán (Alex Brendemühl) conoce a una familia argentina y se une a ellos para seguir la ruta del desierto en caravana. La familia hace renacer en él todas sus obsesiones por la pureza y la perfección. En especial Lilith, una niña casi adolescente con un cuerpo demasiado pequeño para su edad. La fascinación es mutua; en pleno despertar sexual, Lilith siente una ... [+]
31 de agosto de 2013
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Wakolda” se inserta dentro de los intereses de la directora Lucía Puenzo para llevar a la pantalla los temas con los que se ha hecho ya un espacio: la sugerente exposición de la virginidad y fragilidad de los cuerpos, el precoz despertar de la inocencia, el retrato de las minorías sexuales, el dramático devenir de las diferencias frente a los estereotipados esquemas mentales aceptados por la sociedad. Todas estas cuestiones se ven planteadas de forma progresivamente natural y directa en XXY, su lograda ópera prima, y en nuestro caso aparecen cuando son incentivadas por un elemento catalizador que viene a ser la presencia del nazi Josef Mengele y sus correrías en la Sudamérica de los años 60 que incluye el encuentro con una familia argentina en la Patagonia.
Más allá de la anécdota, la historia enriquece notablemente el universo de Puenzo porque un personaje como Mengele ofrece tantos dobleces en su personalidad que desborda su temática de los cuales la cinta solo aborda algunos aunque de forma correcta y con buena actuación del actor que lo interpreta. Al respecto cabe resaltar esa permeabilidad entre el bien y el mal que lo presenta como un criminal no arrepentido de pasado siniestro, fugitivo permanente y protegido por los nazis en su huida, que trama nuevos experimentos, utilizando personas que considera de raza inferior o de condición física disminuida ( la analogía de la niña de baja estatura con su muñeca dañada y su producción en serie encaja perfectamente) al margen del rigor y los métodos éticamente científicos pero que podrían aportar en la creación del utópico “súper hombre” como un objetivo supremo de concepción racista para supuesto beneficio de la humanidad.
Otro aspecto que viene agregado al personaje del alemán, es la recreación de una época en Argentina marcadamente europeizada donde existían escuelas de enseñanza que parecían más enclaves territoriales y que genera personajes ambiguos como el de Natalia Oreiro que estudió en unos de esos centros en la época nazi.
En el engarce del estilo de la directora con la historia, la puesta en escena se conecta con el gran público, dicho esto sin ánimo peyorativo, y nos entrega una cinta más panorámica que intimista, de fácil seguimiento y premunida de un diseño de producción con pretensiones academicistas aunque el guion rehúye tomar el camino, muy improbable en el caso de Puenzo, de un thriller persecutorio y policíaco tipo “Los niños del Brasil”, con Gregory Peck y Lawrence Olivier.
Sin embargo, se advierte también cierta arbitrariedad e indefinición ante el hecho de intercalar la mirada infantil, expresada en la narración de la niña protagonista con su voz en off, con las imágenes en pantalla. Esta idea, ya aplicada antes de forma sobresaliente en “Kamchatka” de Marcelo Piñeyro, pone su gran parte de necesaria sutileza a la acción pero le quita amplitud, más no profundidad, al personaje de Mengele que, como ya anotamos, posee múltiples posibilidades.
Por lo demás, se nota un generoso uso de los recursos cinematográficos en la fotografía, en la utilización de las locaciones y en la dirección artística por lo que no sería de extrañar que la película sea considerada en Argentina para postular a las nominaciones de la próxima entrega del Oscar.
GUSTAVO
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