Muy poco es lo que esperaba de esta película, un título poco sugestivo, una pareja de actores hundidos en el encasillamiento y el ostracismo, además de una extraña ironía: fue escasa la cantidad de gente que acudió a verla o que se enteró de su existencia, por lo que falló justamente en el tópico sobre el que gira la trama: el marketing.

Pero la película es buena, la originalidad del argumento es admirable, las actuaciones sobresalientes, una dirección aceptable, y una banda sonora a cargo de Nick Urata que me sorprendió gratamente.

Expone con delicado humor negro el consumismo y la pérdida de valores de la sociedad actual, nos expone la idea de un matrimonio ficticio que muchas veces es menos patético que uno convencional, nos muestra como el mercado y las tendencias de éste pueden modificar nuestra conducta, hasta llevarnos a situaciones extremas, ajenas a nuestra voluntad primaria.

Un escenario increíble en un inicio, va ganando credibilidad poco a poco, la línea que separa la realidad y la ficción se va haciendo cada vez más estrecha, hasta que llega el desenlace, y se agota intempestivamente aquel brote de originalidad, y entonces se manifiesta la segunda gran ironía: se reemplaza la osada línea argumental por un final convencional, presuntuoso, acorde con lo que algún sector de el público anhelaba ver, pero sacrificando la esencia de lo que se pretendía denunciar desde un inicio.

El consumismo enfermizo consiste en personas que gastan dinero que no tienen, para comprar bienes que no quieren, para impresionar a personas que no aman.

Dr.Juventus