Kong a muerto, nada queda de él, ha vendido su alma sin miramiento alguno al mayor postor, perdiéndose en ello el mito que fue. Tristeza y melancolía es lo que queda después de ver ‘La isla calavera’, un título representativo de lo que es la película, poco más que un vacío esqueleto. Sin duda este es el simio gigante más pequeño.

Un blocbuster de 190 millones de dólares sin emoción, falto de la gracia que pretende y tan aburrido que convierte a King Kong en un mero monstruo del montón. Nunca imaginé que echaría de menos a Adrien Brody pero poco habría cambiado si apareciera en el lugar de Tom Hiddleston. ¿Qué ha llevado a Brie Larson a semejante papel después de su Oscar por la maravillosa ‘Room’? Incompresible. Unos secundarios que pretenden el humor facilón siendo incapaces de arrancarte ni media sonrisa. ¿El apartado gráfico? Bueno sin discusión, pero sin mérito adicional alguno.

¿Qué ha sido de la esencia del gorila más temible y entrañable de la gran pantalla? Peter Jackson supo adaptar a King Kong de manera mucho más efectiva que Jordan Vogt-Roberts, apostando por un cine comercial de nivel que conservó la esencia del gran gorila. ‘Kong: La isla calavera’ es un entretenimiento que se puede ver, pero lo que antaño fue un lugar repleto de misterio, miedo, aventura y drama ahora ya no esconde nada que valga la pena descubrir.

Lo mejor: pasas el rato gracias a unos buenos efectos visuales.

Lo peor: nada queda de King Kong.

Más en Más en www.magazinema.es y www.estovacine.blogspot.com.es