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España España · La Solana
Voto de Raul:
9
Drama A comienzos del siglo XV, el monje pintor Andrei Rublev acude junto con sus compañeros a Moscú para pintar los frescos de la catedral de la Asunción del Kremlin. Fuera del aislamiento de su celda, Rublev comenzará a percatarse de las torturas, crimenes y matanzas que tienen aterrorizado al pueblo ruso... La biografía del pintor ruso Andrei Rublev -Andrei Rubliov-, famoso por sus iconos, sirve de base para hacer un minucioso retrato de ... [+]
20 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sabría por donde empezar ante tal obra de arte cinematográfica, pero voy a intentar sintetizar todo lo vivido y experimentado durante su visionado en esta breve reseña.

Tarkovsky aprovecha con esta historia (la vida del pintor ruso Andrei Rublev) para dar un repaso amplio, severo y poético a la historia social, política, religiosa y artística de la Rusia de principios del Siglo XV. Y la verdad es que la belleza y el sentido lírico de sus imágenes ha dejado huella en la historia de séptimo arte, convirtiendo a Andrei Rublev en una de esas películas de culto que todo buen cinéfilo debería saborear, al menos una vez en la vida.

Toda la historia de la vida del monje pintor Andrei Rublev es una muestra de como el artista debe ser partícipe de la vida misma, de sus historias, de sus desventuras y de sus crueles designios. Solo la salida al "mundo exterior" permite al artista el encuentro con su talento, con el don que Dios le ha dado. Este don irreductible del artista debe ser expresado, debe ser regalado al mundo, pero solo desde la comprensión espiritual que permiten las experiencias vitales (verdaderos viajes hacia las profundidades del alma). El viaje tortuoso y magnífico de Rublev por la Rusia medieval de principios del siglo XV, es un viaje de autodescubrimiento y redención. Es un viaje en el que la fe del monje se resquebraja a raíz de contemplar la ruindad y la virtuosidad de un mundo que le ha sido ajeno durante gran parte de su vida.
Juglares, ascetas, personas que se alejan de la fe católica practicando otros cultos completamente heréticos, la barbarie tártara, el despotismo del régimen del gran Príncipe, la pobreza, el descreimiento, las continuas masacres en nombre de la religión, la arrogancia de un chico huérfano que no tiene nada que perder o la inocencia de una mujer condenada por su "discapacidad" en un mundo gobernado por el hombre al amparo de las Sagradas Escrituras, sirven al maestro ruso para hacer un retrato trágico, desolador y deslumbrante de la fe y del don del artista. Amén de un retrato de cómo el fanatismo religioso y la ignorancia son los grandes obstáculos de la verdadera fe, esa que nace en lo más profundo de nuestro ser, esa de la que el artista es conductor y verdadero vehículo para salvar al mundo de su empobrecimiento espiritual.
Tarkovsky fue un gran creyente, pero no un creyente a la manera dogmática que establece el culto a cualquier religión, sino un creyente en la inocencia y el talento que todxs y cada unx de nosotrxs llevamos en nuestro ser. Todas sus películas vienen a recordarnos esto: en un mundo espiritualmente empobrecido en el que abundan la ruindad, el egoísmo y la desesperanza, solo la verdadera fe, la que nace en las profundidades de nuestro ser podrá salvar a la humanidad de caer en un abismo hondo y oscuro del que ya no podrá salir.

A nivel formal, la película es absolutamente impresionante. Tarkovsky asombra con algunos planos inverosímiles (como ese en el que filma la llegada del gran Príncipe a través de un hueco de la campana) y con una estructura narrativa a través de pequeñas historias de la que después han bebido grandes directores contemporáneos (Tarantino) que a mi modo de ver facilita la comprensión de la historia y dota a la película de un abanico mucho más amplio de ámbitos a abordar (política, religión, arte...). Además la fotografía es exquisita, como siempre en Tarkovsky con un sentido lírico muy profundo. Escenas como la recreación de la crucifixión de Cristo o la muerte de un joven discípulo de Andrei son de una belleza formal arrebatadora.

En fin, aunque Tarkovsky no es el que más me interese en cuanto a sus historias y temas, me parece uno de los mejores artistas que ha dado el séptimo arte y a fe que lo demuestra con esta gran obra maestra.
Raul
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