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España España · West Coast
Voto de Dabi:
8
Drama La mundialmente famosa Lydia Tár está a solo unos días de afrontar el mayor reto de su carrera profesional: grabar la sinfonía que la llevará a las alturas de su ya formidable carrera. Pero su vida personal y sus decisiones van a ir interfiriendo en su carrera musical con consecuencias imprevisibles. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2022
186 de 236 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todd Field irrumpió en la escena hollywoodiense en 2001 con En la habitación, cimentó su talento en 2006 con Juegos secretos y… desapareció. Desapareció durante dieciséis largos años. Mientras sus dos únicos trabajos acumulaban prestigio con el paso del tiempo y envejecían con gracia y dignidad, Field fue encadenando proyectos malditos que nunca vieron la luz del día. Su aversión por las entrevistas no hizo más que aumentar su reputación de cineasta brillante y elusivo y de acrecentar el interés y la curiosidad. Dieciséis años. Y por fin, tras tanta anticipación, Field coge la batuta y nos regala una nueva sinfonía.

“El tiempo es la pieza esencial (…) A diferencia de un reloj, a veces mi mano se detiene, lo que significa que el tiempo se detiene”.

Tár es un mecanismo de relojería. Field es director y artífice, y su manejo del tempo y la dinámica es impecable. Con sus planos largos, paneos suaves, escenarios amplios y espaciosos y gélida arquitectura (imponente reflejo del mundo interior de su protagonista), se mantiene en un adagio estable hasta que, a media hora del final, acelera deliberadamente la partitura. Field, con sus innegables excesos, tal vez sea tan megalómano como su protagonista (algo inevitable en una mujer que se percibe a sí misma como ama y señora del tiempo), pero es, ante todo, un áspero observador de la conducta humana. Todos sus trabajos fijan la mirilla y diseccionan, exponiendo conflictos subyacentes y forzando a la audiencia a lidiar con sus propios prejuicios. Su enfoque es confrontativo, pero nunca sermoneador.

“(Bach) no pretende estar seguro de nada, y sabe que es siempre la pregunta la que involucra al que escucha, no la respuesta”.

Para Field, el arte es una conversación entre obra y espectador, no un monólogo. Una obra narrativa que responde a sus propias preguntas es, tal vez, más didáctica que artística. Field, como Lydia, es artista, no predicador. Plantea cuestiones, compromete a su audiencia. Definir Tár como “una película sobre la cultura de la cancelación” es tan cierto como reduccionista, ya que el guion de Field tiene muchas más aristas. La culpa, el control, la ambición, el poder, el abuso, la reconfiguración social en la era de las redes sociales y la corrupción del debate y el discurso son algunos de los temas que se abordan, todos ellos, cómo no, atrapados en el campo gravitatorio que es el fascinante personaje de Lydia Tár.

“El narcisismo por las pequeñas diferencias conduce al conformismo más aburrido”.

La clase magistral de Lydia en Juilliard (un extraordinario plano secuencia de diez minutos que aprovecha cada centímetro del espacio fílmico) utiliza la política de identidad de un estudiante para plantar la semilla de un debate que no es nuevo, pero que se ha vuelto especialmente relevante en el clima actual. La pregunta de Lydia es: “¿Quién es nadie para juzgar a la persona en lugar de al artista?”. La de Field, por el contrario, es: “¿Cuánto debemos permitirle a la persona hasta que, efectivamente, se vuelva inviable priorizar al artista?”. Que considere el castigo necesario no le impide lamentar la pérdida del genio artístico.

“Después de dirigir (La consagración de la primavera) me di cuenta de que todos somos capaces de asesinar”.

Al elegir a una mujer lesbiana como protagonista, Field "desgeneriza" el problema y lo ataca de raíz, dejando al descubierto un planteamiento que puede sonar obvio, pero también es arriesgado. ¿Y si el abuso no es cuestión de género, sino de poder? ¿Y si el poder es inherentemente corrosivo? Y es que Lydia Tár no es, ni por asomo, un ejemplo de virtud ni un icono feminista, y desde luego ella no querría considerarse uno. Meritócrata hasta la médula, su egocentrismo y la poca validez que otorga a las experiencias y los sentimientos de las demás mujeres quedan patentes desde la primera escena. ¿Es Lydia machista? ¿Es una villana? Field deja las respuestas, una vez más, a discreción del espectador, pero se le escapa una salida de tono que me cuesta pasar por alto*. En una de sus conversaciones con Olga, la creación de Field se tambalea. Por un momento salgo de la película, la magia desaparece y las costuras se vuelven demasiado aparentes en un personaje que, por lo demás, parece afinado por un concertista de primer nivel. Por muy bien ejecutado que esté el conjunto, esa nota desatinada permanece en mi memoria.

"(El arco libre) no es lo más atractivo para el público, pero si mantienes concentrados a los intérpretes, el sonido es feroz".

Field sabe que el personaje de Lydia (que ocupa la pantalla durante la inmensa mayoría del abultado metraje) es problemático y muy complicado, por eso lo escribió con un nombre concreto en mente: Cate Blanchett. Con su interpretación, Blanchett consolida de manera definitiva un puesto de honor en el olimpo de reinas del celuloide. Cuesta imaginar a otra actriz capaz de regalarnos una interpretación de Lydia tan intrépida, tan férrea y tan deslumbrante. Viéndola en acción, con su rígida belleza, su esbelta pero imponente presencia y su desbordante seguridad, se hace fácil entender por qué todo el que la conoce se amedrenta y agacha la cabeza en señal de sumisión. Domina cada plano, controla cada gesto y calibra cada emoción. Es un auténtico recital.

"Todo cambia con la Quinta. La Quinta es un misterio".

Todd Field nos ha bombardeado con su proyecto más ambicioso, uno que, cimentado sobre la ambivalencia que despierta su figura protagónica, trabaja a múltiples niveles y culmina en un clímax disonante para luego derivar a una coda resolutiva, perfecta en su inevitabilidad y deliciosamente irónica. ¿Es Tár una película perfecta? Probablemente no. Tal vez no satisfaga plenamente todas sus pretensiones. Y aun así, sus triunfos son tan espectaculares que, en mi humilde opinión, pesan muchísimo más que sus desaciertos. Dos días después del visionado, no puedo dejar de pensar en ella. Bienvenido de nuevo, Todd. Por favor, no vuelvas a irte nunca.

Calificación: Imprescindible
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dabi
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