La película tiene su parte buena en que no es la típica deportiva de superación, heroismos injustificados y celebración de victoria de buenos y malos.
Eso es lo bueno: una película que intenta mostrar más la relación entre dos visiones contrapuestas de la vida y del deporte que las escenas de carreras y el espectáculo palomitero.

Desgraciadamente, tiene un fallo absurdo que se carga todo el sentido de la película:
en la realidad, Lauda y Hunt eran colegas. Con todas sus diferencias, se respetaban, se hablaban, tenían largas charlas en los boxes...
Ahí es donde la película se vuelve un tópico más, sin necesidad. Qué fascinante hubiese sido si, en lugar de mostrar las personalidades de forma individual, hubiese habido más charlas entre ellos. Pero no conversaciones de cuatro frases de lanzarse pullas, sino de lo que hablaban cuando estaban en boxes. Estoy seguro que hubiese sido fascinante. Cómo dos personalidades tan distintas, competidores, podían hablar de coches, de la vida y del amor de forma cortés y respetuosa.
Eso me hubiese interesado bastante más que la chapucera forma en que el director ha mostrado a los dos protagonistas: un chulo superficial, y un terco descafeinado... especialmente sin ser cierta!

Al final, sí: interesante que muestra más a los personajes que al espectáculo de las carreras. Desgraciadamente, no haber profundizado en la relación a través de diálogos más trabajados entre ellos, deja un sabor de superficialidad olvidable.