Tournier, Lang, Wilder… Muchos cineastas probaban tarde o temprano el fabuloso género del cine negro. Era inevitable la entrada de Otto Preminger en el género, y lo cierto es que aprueba con nota, sin embargo, explora el género desde una vertiente diferente dando importancia a la figura de la “femme fatal” con sus maquinaciones y engaños pero dejando de lado subtramas paralelas complicadas y oscuras. Su única premisa es mostrar el poder que puede llegar a ejercer una mujer sobre los demás para conseguir sus propósitos.

Este prototipo de mujer, que fue muy visto en aquellos años, recae sobre Jean Simmons, que, sin duda, ella es lo que nos depara lo mejor de esta cinta, logrando aprobar, y con nota, ese arquetipo de mujer dominante, que en esta ocasión planea el asesinato de su madrastra.

Dejando de lado la más que notable actuación de Simmons, nos encontramos con un plantel de actores que saben cumplir sobradamente con su cometido, aunque, pese a ello, la actuación de Robert Mitchum se me antoja algo limitada en comparación con el resto del reparto.

La cinta arrastra consigo algo de ingenuidad, algo totalmente normal, fruto del paso de los años. Esa inocencia se vislumbra en el rol de Mitchum, cuando éste se da cuenta de que ha sido manipulado, y también de la propia Jean Simmons hacia el final de la película.

Pese a ello, no deja de ser una cinta interesante del género de recomendadísima visión para todo aquel que aprecie el género o quiera adentrarse en toda la filmografía de Preminger, que pese a tratarse de un film suyo algo menor, su calidad está fuera de toda duda. Eso sí, lo mejor del film, y de largo, es la gran actuación de Simmons.